lunes, 21 de mayo de 2018

TOS

"No has parado de toser en toda la noche" "Ya lo sé. He descansado muy mal. Me duele la cabeza y la espalda" "Debes tomarte algo" "Me he dado dos inhalaciones de mi espray, pero no ha funcionado tan bien como otras veces" "¿Quieres zumo de naranja con miel?" "El zumo de naranja caliente me da un poco de grima" "Haz entonces lo que quieras" "No te enfades. Luego, si tengo tiempo iré al médico" "¿Vas a ir así a trabajar?" "Claro que voy a ir" "Luego no te quejes" "No te preocupes que no me quejaré" "Toma unos caramelos de menta algo te alibiarán" "Me los llevo"

Siempre había tosido. Desde pequeño, tos o carraspeo. Desde lejos le reconocían cuando llegaba. Tenía sus ventajas. Antes de llegar su madre había tenido tiempo de dejarle la merienda preparada. Pero por lo demás inconvenientes. Ningún tratamietno le había puesto remedio. Era una experto en toses. Reconocía los diagnósitcos por un simple cambio de ti,bre. Eso lo tranquilizaba, porque no daba el tono de ninguno de los diagnósticos más espinosos. Aun así estaba preocupado cuando llegó a loa oficina. Abrió la puerta de us despacho. En cuanto una vaharada de aaire acondiconado ardiente le llegó a la cara comenzó el pico en la garganta, y las gnas irrefrenables de toser. Tosió seco y fuerte. Temió que los pulmones fuesen a evertires ey salir por la boca. No salieron. Eso es imposible. Pero en el último acceso, estruendoso y acompañado de un estornudo le dolió toda la espalada. Un estalllido y salió algo disparado, rodó sobre la mesa y se detuvo junto a una pila de documentos, y la tos desapareció. Respiró hondo incluso el aire ardiente de la calefacción y sus pulmones ventilaronpausados. Se sacó un pañuelo y buscó el esputo que había salido disparado. El bulto estaba junto al libro. Extendió el keenex, con algpode nauseas lo fue a coger cunado percibió como un bullir en el interior del esputo. Se acercó, cogió una lupa y comprobó que el esputo se movía. Sintió frío y una nausea le revolvió el estómago. Qué extraño ser habían producido sus pulmones. Sabía que los gusanos enían un ciclo que los llevaba a los pulmones en una fase larvaria, pero no era un gusano. el Gargajo se deformaba, se estiraba emitiendo pequeños pseudopódos. En uno de esos estiramientos se romió y vio salir una extremidad sonrosada en el punto en que la membrana se había roto. Poco después la membran ase rompió por tres puntos más. Se atrevió a coger una torunda de algodón con unpalito y apartsar la membrana mucosa. Era un niño minúsculo un bebé muy bonitoy muy pequeño de algo menso de dos centímetros. Estaba completo pero en silencio, Tenía cinco deditos en cada mano y en cada pie, dos orejas, pero no lloraba. Cuando un bebé llega al mundo debe llorar. Era demasiado pequeño para cogerlo por los pies, poenrlo boca a bajo y aruizarle una azote. En lugar de eso le pa´so la torunda, le golpeó suave la nalga, y lloró, con el gresto porque el sonido era tan débil que no se oía. Puso un pañielo en una caja de cerillas , lo metió y lo guardó en una cajón. MIró alrededor, al resto de la oficina, no sabía como se tomarían aquello, lal política de la empresa con las mujeres que habían tenido niños había sido muy desagradable, el era un hombre, pero acababa de toser un niño, un pulgarcito, pero ahí estaba. Y desde que lo había visto se había despertado en el el instinto maternal. Qué debía darle de comer. Algo tan pequeño debía comer muy poco, Se palpó los pezones, los exprimió esperando escurrir algún resto de calostro, pero sus pechos eran yermos. La leche no se la podía introducir todavía, podía sentarle mal. se le ocurrió que si había salido de los bronquios, los fluidos pulmonares podían de momento sentale bien. Y acertó, el bebé se alimentaba de maravilla con saliva y esputos más consistentes. En una semana había crecido más de tres milímetros, el peso no lo sabía porque no tenía una báscula para pesos tan pequeños. Padre. Había tosido a su propio hijo. El instinto de protección le hacía ser u n paranoico de la limpieza del cajón. Cerraba la puerta cada vez que lo cambiaba o cuando le cantaba oc uando lo acunaba. NO quería ser descubierto. Un padre soltero, un despido seguro y ahora más que nunca necesitaba esos ingresos pra mantener al que ya era sy familia. El fin de semana dijo que tenía que adelantar trabajo y se lo llevó con disimulo. Le hizo una cuna , y después cuando casi llegaba a la estarua de cinco centímetros una cama. Pensó en llevarlo al colegio, pero era imposible, el primer día lo aplastarían sin querer o con la peor de las intenciones. Le hizo a prender lo que sabía en casa. Era muy listo, de hecho en dos años era un mcetón de casi siete centímetros. Fue el día de su cumpleaños cuando le dijo a su padre qu ese encontraba malo. Se tumbó. No comío sólo bebió agua y por la tarde empezó a toses. Esas toses aunque más flojas que las suyas le sonaban. Después de casi caurenta y ocho horas de tos continua. Una arcada un auna bolita de medio milímetro salio disparada por la mesa. Levantó las manos. Su hijo lo miró y miró la bolita que rodaba. La ventan estaba abierta. Una ráfaga de vietno se llevó la bola. Su hijo salió de la cama aun convaleciente y corrió detrás del viento buscando a su retoño. El abuelo gigante corrió a la ventana y la cerró, demasiado tarde, la bolita su nieto había bolado y su hijos e había destrepado por el alfeizar de la ventana. Se asomó. Lo vio correr. vio un cuervo que planeba en su dirección. Le lanzó una piuedra al pájaro y suhijo se pudo cobijar. Lo vio extender la mano y abrazar algo. No lo vovió a ver. Desde entonces espera cada mañana tener nuevos accesos de tos, pero no se ha vuelto a repetir, por lo menos de momento.

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