miércoles, 23 de mayo de 2018

LA ORQUIDEA

"Yo no creo en eso del mal de ojo pero qué quieres que te diga. Gente que te odia sin venir a qué. Que te miran con miradas que fulminan. Miradas cargadas de malos deseos. Quien puede negar que esas miradas pueden dañar. Quizás producen cicatrices en el alma" "Yo tampoco creo en el alma" "Allá tú. A mi aun me queda un poco de fe. Desde que estuvimos allí. Empecé a sentirme mal. El cuerpo me pesaba. La sonrisa me dolía. Las lágrimas sin embargo eran escasas. Llorar me habría ayudado pero no podía" "Sugestión eso no es más que sugestión. Un cabreo por una situación tan ridícula" "No sé .Yo todavía estoy así así, y tengo miedo. Vaya una tos que tienes" "Perdone quiere unos chicles. Yo cuando tengo tos. tomo chicles de menta. ¿Quiere alguno?" La señora había salido de la floristería. Poca clientela. Un hombre y una mujer hablando. el hombre tose y ve una oportunidad de conversar y escamotear la soledad de una tarde calurosa. "No gracias" La señora se vuelve y se mete en el pequeño cobijo de la tienda "Bueno perdone. No se lo voy a despreciar. Démelos. Seguro que me vienen bien" "Seguro. Mira los tengo en mi bolso. Toma tres de golpe así es mucho más eficaz" "Gracias señora" "Gracias nada. A mi me gusta ayudar a la gente. Me paso la vida haciéndolo. El otro día una muchacha vino a oncología con su hijo. Tenía la familia fuera y lloraba sola en esta esquina. NO sé porque todas las personas tristes acaban en esta esquina llorando. Le dije si quería un abrazo. Me dijo que no, como tú has hecho con los chicles, pero enseguida me buscó y fue ella quien me abrazoó. Nos abrazamos cada día hasta que al alta el abrazo fue de alegría por la salud recobrada por su hijo" "Es usted  muy buena, No todo el mundo hace esas cosas" "Yo hago lo que un día me gustaría que alguien hiciese por mi" "Pero eso es lo complicado, lo que nadie hace. Y a veces hace tanta falta" "A Ti te pasa algo muchacha" "No. Yo estoy bien. Estoy con mi pareja tomando un te. Qué más puedo querer" "No estás bien" "No. no lo está pero le da vergüenza comentar el motivo"." No hace falta que digas nada. Yo lo reconozco. En las personas con el alma limpia·" "Limpia limpia a lo mejor es una exageración" "Tiene razón. Ya quisieran muchos" "Me habéis caído bien. Toma esto de regalo" Le saca de la tienda una maceta de orquídeas blancas un poco mustia. "Riégala poco, Un aerosol de agua. Y confiésate con ella. Ten confianza con ella como si fuese una amiga" "Le advierto que ella tiene muy mala mano  para las macetas, pero muchas gracias. Nos marchamos ya" "Ha sido muy agradable conocerla" "Agradable para mí. Cuídate muchacha y no olvides confesarte con la orquídea" "Le debo una. señora. yo trabajo aquí. Si necesita algo me tiene en aquella ventana" "No suelo necesitar mucho" "La buscaré por aquí" " Vengo solo de vez en cuando"

"Estoy deseando llegar a casa. No me encuentro bien. Me pesa todo, me duele la cabeza. Tengo ganas de llorar y no puedo" "Estás cansada. En cuanto duermas veras todo de otro color" "Es bonita la planta" "Un poco mustia" "Cuando llegue le voy a hablar" "Has creído a esa mujer" "¿Qué pierdo?"

La colocó en una esquina del salón . Se sentó en el sillón y comenzó a hablarle. Sintió mucho sueño. Un sueño como si hubiese tomado algún narcótico y se durmió. A medianoche sintió una punzada en el pecho como si le arrancasen las entrañas con un puño. Aunque asustada se levantó y fue al salón. La orquídea en la oscuridad no se veía. Encendió la luz y se llevó la mano a la boca. Las hojas estaban negras. El negror goteaba de sus pétalos al plato que la sustentaba. Se asustó pero se sintió aliviada. Se volvió a la cama. Por la mañana volvió a verla. La orquídea volvía a estar blanca. En el suelo, el líquido negro formaba una costra reseca. Ella se sentía bien. Feliz y con ganas de reír. Y lloró de alegría al verse liberada. Se lo dijo a su compañero que se rió, no la creyó, pero le prometió regresar para agradecer a la señora su atención.

"Hola. Perdona. Ayer estuvimos hablando aquí con una  mujer mayor" "Señor ayer tuvimos cerrado. Acabo de abrir aquí  trabajamos dos muchachas" "No puede ser. Nos regaló una maceta de orquídeas""Aquí no tenemos orquídeas. Necesitan un mantenimiento mayor. O se ha equivocado de tienda o lo ha soñado" "Era aquí. Estoy seguro" "No . ¿Quiere algo? ¿Petunias quizas?" "No gracias" Echó una mirada a la trastienda que era como la recordaba y se marchó.

Cuando llegó a casa, la orquídea había desaparecido. Se había duchado y al salir no estaba

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