viernes, 23 de febrero de 2018

VOCES

La primera vez dudó. Fue un accidente. Que un cirujano de treinta y cinco años , deportista sufra una parada en quirófano mientra tiene a un paciente abierto en canal no es frecuente. Si además es un hospital de La Mancha en un temporal de nieve la cosa se complica. La cirugía estaba avanzada.NO había marcha atrás. Estudiante de quinto. Te había pedido que le ayudases porque eras aficionado a las quirúrgicas. Su padre era amigo del tuyo. La intervención le apasionaba. Cayó al suelo y murió. Afuera nevaba. Dentro, el campo quirúrgico babeaba regueros de sangre cuando el cirujano dejó de coagular.Todos entraron en pánico. Cubrieron con gasas la herida. Llamaron para pedir ayuda. Ninguno de los otros cirujanos estaba en el pueblo. Medio metro de nieve. Los helicópteros no podían volar en la ventisca. Sin solución. La supervisora vino desesperada. El anestesista se echó las manos a la cabeza. Se acercó al campo y clampó el colon con una pinza para que dejara de sangrar y no contaminara el campo. Se miraron. El paciente estaba estable. Pero no iba a seguir así. La nieve no iba a dar tregua hasta la noche, y por la noche los helicópteros no tenías permiso para volar, la nieve seria hielo y la ventisca volvería a tapar lo que las quitanieves liberaran. Ningún chiste en el quirófano. Fue la primera vez que oíste las voces. Claramente. Acércate. No tengas miedo. Coge el bisturí eléctrico y coagula los vasos que sangran. Primero el de la izquierda. Lo estás haciendo bien. Ahora clampa el otro extremo del colon y pide el material de autosutura. Exacto. TErmina de disecar uno a uno los vasos, lleva cuidado con los vasos mesentéricos más grandes. Así diseca el meso. Tienes la pieza. Ahora a hacer una ileostomía de protección. La incisión el fosa iliaca derecha, las anstomosis. Otra sutura. Ahora la prueba de las suturas. Los has hecho muy bien. Y empieza a cerrar la pared por planos. Ya está. Silencio. El anetesista miró sus paneles. Estable. Ordenó que lo llevaran a reanimación. Cuando el paciente salió todos te abrazaron. Estudiante y habías terminado una intervención tan compleja. Era un milagro. No dijiste nada de las voces. TE lo habías estudiado. El cirujano fallecido te lo había explicado antes y tu habías atendido. No te dieron ningun premio, por temor a denuncias por no tener prevista la situacion, pero no te importó. El paciente sí  se enteró cuando en tres días estaba comiendo y te lo agradeció, cada año te enviaba un presente por navidad. TErminaste la carrera. Cogiste tu plaza de cirugía. Cuando llevabas tres meses todos confiaban en ti. Hacías solo intervenciones que algunos residentes mayores no se atrevían hacer. Eras una celebridad. Tu jefe alardeaba de un residente magnífico. Un residente que haría historia. Nada dijiste de las voces que te guiaban en cada intervención. Pero llegó el día de la peritación psicológica. Te llamaron. Lo pospusiste al máximo, pero el jefe te dijo que si no la hacías te suspenderían la residencia. No tenías alternativa. Entraste en un despacho. Fue muy simpático. TE dijo que no tuvieses miedo. Que si tenías algo que contarle. Dijiste no. TE dijo que si estabas seguro que te veía preocupado y no estaba muy convencido de tu mirada. Entonces le dijiste lo de las voces que te ayudaban a operar. Su rostro cambió. Dijo que te tenía que ver el psiquiatra y que tenías que tomarte unos días de descanso hasta que no te viese. El despacho del psiquiatra era mucho más lúgubre. Te preguntó por las voces, le insististe. TE prescribió un tratamiento y te insistió que bajo ningún concepto lo debías abandonar. En tres meses te revisaría y te daría el alta. TE tranquilizó. Se había cogido a tiempo. En efecto volviste en tres meses. TE dio el alta. Te incorporaste. A la semana tuviste tu primera intervención. Una sencilla. Las voces permanecieron en silencio y tú inmóvil. El tratamiento había sido eficaz. Abandonaste la cirugía.

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