lunes, 27 de noviembre de 2017

AÑORANZA

Creo que son dos años. No estoy del todo seguro. La noción del tiempo es secundaria cuando los días se amontonan sin orden sin posibilidad de hacer distinción entre uno y otro. Muchos. Demasiados. Cien veces demasiados. Los primeros vivías la desesperación de sentir cada día como el último. Algunos salieron y no volvieron. Después deseabas ser tú el que salía para no volver. Evitar así la tortura del tiempo que se desgrana en un espacio tan limitado gota a gota. Al principio. DEspués nada. Calor si hacía frío. Comida si tenía hambre. Agua si sed. El pasado y el presente adheridos. El futuro convertido en espacios infinitesimales de un presente con el único rumbo de un barco encallado en un banco de arena de este desierto. Dos años. Mäs o  menos. Soy un ser humano. Tengo que repetirmelo de vez en cuando , un ser humano, una persona, no una cabra, ni una piedra ni una hogaza de pan. siempre llevé una foto tuya conmigo. Mi amuleto. Esta vez me falló. Me dijiste que si la llevaba siempre me traería suerte. Me falló. Pero la conservé. Te conservé escondia junto a mi cuerpo en el único bolsillo de mis calzoncillos. Hasta que decidieron despiojarnos con polvo desinfectanete y agua a presión. Te deshiciste en jirones.Desde entonces te convertiste en un recuerdo. Estático. Tan carente de vida como yo. Cerraba los ojos y trataba de recordar cada uno de tus rasgos de forma sistemática: el pelo, la frente, las cejas, los ojos, la nariz, los pómulos. el hoyuelo de tu barbilla. Pero cuando incluso se te priva de las luz del sol el recuerdo exacto es una quimera. Trataba de ser sistemático, hacer el recuento de las partes que había fragmentado en la memoria, continuamnete tenía que volver atrás ante la ausencia del recuerdo de alguna o de varias de ellas. Ya no sé  cómo eras. Recuerdo una sombra. Sin voz. Sin detalle salvo el hoyuelo de tu barbilla. Aun así. sin rasgos, esa silueta  ha ayudado a seguir vivo a lo que de ser humano queda en mi. Hoy se han oido combates. Disparos cercanos de artillería. La onda expansiva de los obuses ha llegado a agitar las paredes de mi cárcel. En cualquier momento el fuego amigo nos hará estallar en pedazos diminutos, un aerosol rojizo de huesos y carne. Mi cerebro ya estalló con el miedo primero y después con el aburrimiento. Una patada a la puerta. Me cobijo. Un soldado. americano. Me dice que no tenga miedo. Casi no oigo. Casi no comprendo lo que dice. Dos años sin hablar más que en sueños. Escuchando las mismas palabras simples de mis captores. Me dice que soy libre. Que me han rescatado. Que un helicóptero viene a por nostros. Vuelvo a casa. A casa. Vuelvo. ¿Por fin?.

Todos hablan muy fuerte. Me hablan despacio. Empiezo de nuevo a comprender. En el campamento me presentan a los medios. No dos sino tres años de captura. Los periodistas insisten en preguntarme. Sin orden. El general les explica que estoy bajo el estrés postraumático. No deben atosigarme. El muchacho , así lo dice sólo quiere llegar a casa. Intento sonreír, pero sólo siento miedo antes los focos que me deslumbran después de tiempos de oscuridad y silencio. Mañana vuelo a casa. Primero el presidente. Un avión y la visita al gobernador del estado. Allí estará mi mujer. Tengo un hijo, no recordaba tener hijos. Ella creía que yo había muerto. Me gustaría saber cómo es mi mujer. Su voz, el tacto de sus manos. su mirada. El color de sus ojos.

Estoy cansado. Bajo del avión. Llego a casa. No recuerdo donde estaba mi casa. Las banderas ondean. Llueve. Desde la multitud se acercan una mujer y un niño bajo los paraguas. Ella llora. El niño me mira aterrrado. Mi mujer y mi hijo. No la reconozco. Me abraza y me besa. Se gira y saluda, sin dejar de abrazarme por la cintura, a la multitud. Oigo mi nombre. Lo corean.  Miro al niño que me mira serio. Le tiendo la mano y la atrapa. No siento calor.  Mi mujer me mira y me besa. Le cojo la cara entre mis manos. No tiene el hoyuelo en el mentón.

Una casa de las afueras con porche y jardín. ¿donde están mis fotos? Cariño. Pensamos que habías muerto y las subimos al desván. Quiero verlas. Un tornado se llevó el tejado y desaparecieron nuestras fotos. ¿Y el hoyuelo de tu barbilla? . ¿Mi barbilla nunca tuvo un hoyuelo querido? Ella no es mi mujer lo sé. Mañana celebramos Acción de Gracias"

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