domingo, 18 de junio de 2017

ARENA

A veces apetece hacer cosas sola. Nadie se extraña cuando tres de nosotras vamos al baño. Pero si vas a una playa salvaje como la Llana al Norte de La Manga  lo encuentran raro. Necesito empujar un paso más allá mis límites. Quiero llegar de noche. Quiero ver alborear el horizonte y salir el sol. Zambullirme con los primeros rayos y sentir después el sol en cada centímetro de mi cuerpo. La brisa. La soledad. Las olas. El graznido de las gaviotas. El olor a sal y a mar y a posidonia. Respirar muy tranquila. Ver, oír, sentir. Respirar de nuevo. Un elemento más, diría que imprescindible, de un ecosistema. Sacudir de paso los miedos que paralizan. Secuestradores,violadores, asesinos, traficantes de blancas. Sola a la playa. Aparco junto al muelle del puerto de San Pedro. Dos coches: pescadores en el espigón. Unos dos kilómetros hasta mi destino. Dos kilómetros de arenales. A la derecha salinas a la izquierda el mar.Es de noche, el levante clarea. Dejo la tabla de surf. La sombrilla en el suelo. Tiendo la esterilla. Me tumbo. Las estrellas desaparecen mientras la claridad aumenta. Tengo sueño. Mis ojos se cierran. Me despierto con el sonido de los granos de arena que se deslizan en la esterilla. El tacto áspero de la arena me hace levantarme. La esterilla se ha hundido en la arena virgen. La extiendo a la brisa que llega con el amanecer. Me doy un primer baño. Me vuelvo a tumbar bocaarriba. De nuevo los granos de arena se deslizan por el esparto. No quiero moverme. Cuando asiente en un nuevo equilibrio pararán. Pero no para. Más y más granos invaden mi espacio y se adhieren al sudor de mi piel. Estoy incómoda. Me levanto. Sacudo la toalla. Vuelvo a darme un chapuzón. Me echo el pelo hacia atrás. Lo seco . Cambio la esterilla unos metros. La sombra de la sombrilla sobre la cabeza. No hay viento. Me va a sobrar la tabla. Cierro los ojos. La cabeza apoyada en el suelo muestra el cliqueo de los granos, más rápido. Se amontonan a mi alrededor. Se forma un molde de mi cuerpo en el suelo debajo de la esterilla. Cada vez más profundo. Me vuelvo a levantar. La arena no se mueve. Calma. Nada de viento. Una ilusión. Demasiado sol. Vuelvo a tumbarme. Me cubro la cabeza con la camiseta. Una vez más y me voy a casa. Esto es desagradable. De lado esta vez. Así podré ver los granos deslizarse. Es la última oportunidad. Una vez más y se acabó. Los bártulos y al coche. Me quito las gafas. No pasa nada. Nada. Por fin. Terminó. Ya era hora. Mis ojos claudican. De repente los granos de arena se disparan hacia el interior. Siento como picaduras. Me intento levantar, pero debajo de mi el suelo se va vaciando a la vez que los granos se arrojan sobre mi, me sepultan, me hundo. Cada vez más rápido. A unos cincuenta centímetros de profundidad a la arena la sustituye el lodo, masas de posidonia en descomposición que se enredan a mis piernas y tiran de mi hacia abajo. Si sigo así pronto no podré respirar. Tendré cinco minutos. Antes que la arena o el agua o el cieno acallen mi respiración para siempre. Las algas tiran de mi. la arena se escurre entre mis dedos, no puedo salir. CAsi no puedo respirar. Voy a morir. Pero no quiero. No quiero morir. Alcanzo con la mano la sombrilla. El vástago clavado se suelta. Lo cojo con las dos manos y lo clavo con fuerza en las algas del fondoque me atrapan. Se escucha un quejido. La presión sobre mis tobillos cede. Aprieto el pie sobre el hierro y me lanzo a la superficie. La tabla, la acerco y la pongo sujeta a los dos lados de agujero que  me había enterrado. Salto a un lado. Ruedo por la arena  ocho o diez metros. Miro. Nada. la sombrilla en el suelo. La esterilla ha desaparecido y debajo de la tabla no hay nada, sólo arena. Tiro de la tabla. Cojo la sombrilla y me marcho. Vienen dos niños jugando con una pelota.No se extrañan de verla cubierta de cieno, En La Puntica la gente se embadurna entera para recuperar la salud "Llevad cuidado ahí más adelante, a unos diez metros...." Dudo.¿Y si todo ha sido una alucinación o un sueño?. Pero su esterilla no está ni el vástago de la sombrilla" Alguien ha hecho botellón y ha roto las botellas. No piseis que podeis haceros daño" "GRacias señora"

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