viernes, 9 de octubre de 2015

El ojo de la cerradura.

Todo ha ido bien. Una necesidad satisfecha. Un vistazo a la izquierda y una hoja de papel cuelga al alcance de tu mano. En el interior la hoja se enreda en un ovillo. Parece fácil, pero entrar a un baño de un lugar público en un momento en que la necesidad urente traspasa la barriga puede convertirse en un deporte de riesgo. Atraviesas la puerta. Levantas la otra puerta. Te posas. Te dejas. Te abandonas. Suspiras y una vez recuperada la cordura después de ese orgasmo ínfimo comienza la aventura. Es un viaje iniciado sin equipaje. Puedes comprar lo que desees en tu destino, pero en el destino a veces no hay tiendas, o están en huelga o tu talla se ha agotado. Hoy no va a ser así. La hoja pende del dispensados, alrededor todo está limpio. Voces.

"Ven aquí" "Déjame en paz. ¡Que me dejes te he dicho" "Pasa" "Tú no puedes entrar aquí. Es el lavabo de señoras" "Entro donde me da la gana" "Es el lavabo de señoras" "Si fuera de señoras no podrías tampoco entrar tú"

Una bofetada. No hay duda. Le ha dado una bofetada. Sostienes en la mano la hoja de papel. No te atreves a hacer el esfuerzo ligero que desgarra el troquelado.

"Me voy" "Te quedas" "Dame esa copa. Has bebido suficiente" "Déjame"

Un chasquido. Miles de cristales se deslizan. Algunos llegan a sus pies por debajo de la puerta. Algunas gotas te han mojado las pantorrillas.

"Estaba muy bien afuera con todos" "Pero yo no estaba bien ahí afuera viéndote con todos""¿Estás celoso?" "Estás bebida" "¡Estás celoso!" "No grites, pero no me gusta que estés hablando con todos con ese traje tan insinuante" "Me gusta cuando estás celoso. Se te ponen los ojitos muy chispeantes. Dame un besito" "Basta" "Dame un besito cariño" "..." Te besaré yo"

Poco después caen unas bragas minúsculas con bordados brillantes sobre los zapatos de tacón de aguja negros. Aparece el zapato de charol del hombre que se gira. Escucha murmullos y risas, gemidos entrecortados. El pantalón de él recupera su tersura. Los tobillos de ella se agitan dos veces mientras se ajusta la falda. Una palmada en el trasero de ella. Un beso chasca mientras la puerta de acceso al baño se cierra. Por fin puede tirar de la cuartilla, rascar y limpiar, poco porque va estreñida. Pulsa el botón. Saltan borbotones de agua. Mira. No será necesario usar la escobilla. Se sube las bragas y el pantalón. Sale. Mira al suelo las bragas de la otra en medio del suelo. Marrana, piensas. Das un puntapié a la prenda que se cuela por debajo de la puerta de la letrina que has abandonado. Entra alguien. Es otra mujer que entra en el baño de donde tú has salido. La puerta se cierra. La puerta se abre cuando ella sale.

"Perdona. ¿Esto es tuyo?" Le señala las bragas con la punta de su zapato deportivo. "No" La otra hace un mohín de incredulidad. Tiene la tentación de bajarse los pantalones para mostrarle que lleva las bragas puestas. Sale.