sábado, 30 de junio de 2012

EL PAYASO

"Perdone señor ¿puedo pasar? Mi hermano ha colado la pelota por su ventana?" "Pasa. Está abierto. Cógela" "¡Es un payaso!"

 El payaso vuelve a mirarse en el espejo del camerino de su rulot. El pelo naranja. La piel invisible debajo del maquillaje blanco. Los labios rojos como la bola de la nariz. Los ojos ampliados con dos rombos que llegan hasta la raíz del cabello.

"¿Acaba usted de terminar su actuación?" "Por hoy he terminado" "A mí me gustaría de mayor trabajar en el circo, de payaso o domador. Me gusta más de domador, pero reconozco que las fieras me dan un poco de miedo. Supongo que de mayor tendré el valor necesario" "Y ¿por qué crees que de mayor se debe tener más valor?" "Los mayores son soldados y policías, y suben montañas, y bajan a las profundidades del mar" "¿Y tú crees que para eso se requiere mucho valor?" "Claro. ¿Usted no?" "¿Cómo te llamas?" "Miguel" "Muchos mayores que se hacen soldados, o policías, o suben montañas o bajan a las profundidades lo hacen por temor o para huir de algo" "No le creo" "Quizás es lo mejor para ti . Los payasos casi nunca hablamos es serio".

Deja la peluca naranja en una cabeza blanca a su derecha. Retira los grumos blancos de las puntas de los rizos. Destapa el frasco de algodón para qutarse el maquillaje. Mira detrás al niño que lo mira.

"¿No te marchas? Tus padres seguramente te esperan. Y has dicho que tenías un hermano" "Le estoy molestando" "No me molestas pero me preocupo. No deberías ser tan confiado. No me conoces." " Sí le conozco es el payaso del Circo Berlín. Le vi el domingo" "Sí pero debajo de un payaso hay un hombre y a veces hay hombres malos" "Usted no es malo. Le vi actuar. Le quiere todo el mundo. Alguien a quien quiere todo el mundo no puede ser malo" "La bondad de una persona no se hace por la cantidad de gente que a uno lo quiere. Hay malvados que son muy queridos" "¿Por personas malas?" "O simplemente confundidas" "Usted no es malo. Yo lo vi hacer reír y usted reía con las risas de los demás. Todos lo quieren porque hace reír, porque hace sentirse felices a las personas. A mi me gustaría que todo el mundo me quisiera como lo quieren a usted" " ¿Aunque la única persona a la que quieres no te quiera?"

El niño se calla. El payaso se gira sin su pelo. Alarga el brazo y coge el algodón para quitarse el maquillaje que a la altura del canto interno de sus ojos comienza a formar un reguero deslustrado.

"Pequeño. Déjame solo. Ahora no podría hacer a nadie reír"

viernes, 29 de junio de 2012

UN DIA MALO


Cristina salió  a correr. Ella era más de nadar o de gimnasio pero escuchar al Sánchez Torres hablar de sus carreras lentas la había motivado para entrenar un poco. Hacía calor. Mucho. El sol se ponía . Su recorrido de Norte a Sur dejaba una sombra a la derecha que se alargaba, llegaba casi al otro lado de Juan Carlos primero y pronto se plegaría en la pared del edificio antes de desaparecer.

A quienes no somos muy altos ( no somos enanos pero somos más bajos que el noventa por ciento de la gente) Nos agrada ver nuestra sombra estilizada. A Cristina le agradaba. 

Cristina vive deprisa. Habla deprisa. Camina rápido. Piensa veloz. Actúa como un rayo. Sólo sus sentimientos a veces se empantanan y quedan un poquitín atrás de sus acciones y le producen un bloqueo, pero en situaciones muy muy contadas.

Cuando pasaba por el lateral encalado de un edificio a medio hacer, giró a la derecha y vio todo su cuerpo sus brazos, su cabeza, su culito respingón del que se siente muy orgullosa y sus zancadas ( zancaditas). A mitad de la pared vio algo raro. La sombra no reproducía con exactitud el original. Se  miró la mano y los dedos, con una técnica cuidada estaban desplegados, sin embargo su sombra mostraba el brazo derecho estirado con sólo el dedo índice desplegado. Miró al lado para comprobar que no fuese la superposición de otra persona u otro objeto lo que producía ese extraño efecto. Nada. Nadie. Se detuvo y la sombra siguió unos metros. Se paró y regresó, siempre con el índice extendido. Estaba enfadada. Encima de lo nerviosa que andaba con el fin de su residencia, con buscar un sitio donde trabajar, combinando las expectativas que te ha creado tu formación, con la realidad de un trabajo estable para definir un futuro de máximos o de mínimos . Y en este momento,  quien no te debe fallar nunca, al menos cuando hay luz, se insubordina y te falla. Cristina se paró en jarras. Su sombra seguía de lado. Ahora era ella quien blandía su índice hacia la sombra que ya no sabía si era completamente suya.

“Me vas a seguir. Moverás el dedo cuando yo lo mueva. Correrás cuando yo corra. ¿De acuerdo?”
Dos niños pasaron por detrás de ella. Sus sombras eran perfectas, les seguían sin faltar un detalle. No sabía por qué tenía que ocurrirle esto. Los niños la miraron raro. Ella se vio rara discutiendo con su sombra. Giró la manzana. Se sentó en un lugar donde la sombra de un edificio bloqueaba la suya. Esperó la noche. Sonó el teléfono.

“Cristina ¿Cristina qué te pasa que tardas?” “En cuanto se haga de noche vuelvo Gonzalo”

Pasó el día y la sombra no volvió a insubordinarse. Un día malo lo tiene cualquiera, incluso una sombra.

VÓRTICE


“Tiene una llamada de Cieza” “Pásemelo. Las tres menos cuartos. Ya estamos con los agobios de última hora. Sí dígame” “¿Con quién hablo?” “Soy Emilio Belchí el residente de Digestivo de aquí, de la Arrixaca. ¿Y tú?” “Yo también soy Emilio Belchí Adjunto del Hospital de Cieza” “No sabía que había otro Emilio Belchí en Murcia” “Yo tampoco” “¿Has venido hace poco?” “Apenas unos meses en Cieza, pero Emilio tú eres un rotante de otro hospital, porque hace menos de tres meses yo estaba ahí, y no había ningún Emilio Belchí más que yo” “Lo puedes creer o no, pero el único Emilio Belchí que los últimos años ha habido en la Arrixaca soy yo” “Estás bromeando” “Estás tú bromeando” “¿Mira muchacho me has oído reírme?” “Tampoco me he reído yo. Si paras la broma nos reímos los dos” “Bueno dejémoslo. Estoy muy liado” “Por supuesto que lo dejamos” “Emilio o quienquiera que seas tengo un enfermo sangrando. Le he hecho la endoscopia, lo he tratado pero no me fio de dejarlo aquí todo el fin de semana” “¿Está estable?” “Sí” “¿Y no lo puedes aguantar ahí?” “Te he dicho que llega el fin de semana. Aquí no tenemos endoscopista de guardia y me parece que el riesgo de sangrado es muy alto” “Y te lo quitas de encima” “Si tuviera guardia en mi hospital o alguien que le atendiera te aseguro que no te lo enviaría” “Es que luego vienen los pacientes como una rosa y aquí los tenemos, porque luego no se quieren ir” “Mira muchacho me estás cansando. ¿Qué adjunto está de guardia?” “Sánchez Torres” “Hombre Antonio. Me puedes pasar con él. Con Antonio Me voy a entender mejor que contigo. Has empezado con el cachondeo y te veo un poco ofuscado” “Empiezo a creer que hayas estado aquí porque Antonio en un facilón” “Pásamelo” “Y si me niego” “ Le tendrás que dar la explicación al jefe de la guardia y no creo que eso sea una buena publicidad para un residente que después querrá trabajar” “…”.

“Emilio ¿con quién hablas tanto rato? Sabes que me pone muy nervioso que estéis tanto tiempo colgados al teléfono” “Perdona que tengo aquí a mi adjunto. Antonio me han llamado de Cieza” “Trátalos bien que si se viene Juan Egea, cuando acabes tienes ahí una posibilidad de trabajo. ¿Qué quieren?” “Un tío raro que dice que se llama como yo y que se ha formado aquí que nos quiere endosar un marrón” “Qué tontería. Aquí no  hay más Emilio que tú, y a duras penas te soportamos. Ese tío es un cachondo. Pásamelo. Hola” “Hola Antonio. Menos mal que te pones tú al teléfono. ¿A quién tenéis de residente ahora, dice que se llama como yo? Me tenía desesperado. ¿cómo estás guapo?” “Muy bien…. Emilio” “Mira Antonio sabes que yo no me escaqueo de los enfermos. Este paciente necesita ser trasladado . Si lo mando ya podréis ver con tranquilidad la final” “¿Qué final?” “Es verdad Antonio que a ti no te gusta el futbol” “No es que no me guste. Es que estamos en setiembre y la Eurocopa será en junio o julio del año próximo” “Antonio tú también te incorporas a la broma” “No te lo aseguro. Estoy un poco confuso, pero si le hace falta envíalo Emilio” “Gracias guapo. A ver si nos vemos” “No sé si preguntarte cuando. Un  abrazo Emilio”

“Antonio le has dicho Emilio” “Es que era tu voz Emilio” “No entiendo nada” “Yo tampoco”

Estuvieron esperando al paciente pero el paciente no les llegó.


jueves, 28 de junio de 2012

UNA ÚLTIMA DUDA


“Toma guárdate esto guapa. Qué culo más bonito tienes. Ahora cuando cierres vamos a tomar unas copas aquí al lado” “Grasias pero estoy muy cansada” “¿Hasta para divertirte con nosotros?” “Tal vez otro día. Grasias”

“Ivana qué pesados los clientes del reservado de esta noche. Vienen a un restaurante como si esto fuese una barra americana. La jefa debería darles un toque de atención” “La jefa tener que sacar a delante el negosio. Si el negosio gana nosotros trabajamos” “Pero hay cosas que no van en el sueldo” “Todo lo que ocurre dentro del local va dentro del sueldo” “Estás muy resignada”.” He tenido ya demasiados trabajos y este no es de los peores” “Se nos han hecho las dos de la madrugada para cerrar la persiana. Hasta mañana a las once Ivana. ¿Quieres que te lleve a casa?” “Estoy muy cansada. Te doy grasias pero necesito tomar un poco el aire. Vivo serca”

Hace mucho calor en el centro de Murcia: casi treinta grados a estas horas. Te cuesta respirar. La dacha que el partido había vendido a tu padre en Crimea donde pasabas los veranos era un lugar fresco, salvo en días de viento sur en que el calor del verano era bochornoso, un calor distinto a este calor seco de hoy en Murcia. No tienes fuerzas. La ilusión que te llevó a emprender este viaje con el hombre que ya no es tu marido se ha ido rasgando por el camino. Eres fuerte. Siempre lo has sido. De niña la hermana fuerte de tu casa, pero las personas fuertes también necesitan descansar. No te arrepientes, pero no debiste salir de tú país. No se ha cumplido ni uno de tus sueños del presente. No te quejas. Muchos no tienen ya empleo. Todavía te queda el futuro. Tu hija. Esa niña alta de ojos azules como tú. Cabello rubio lacio como tú y un poco de mal carácter como su padre. No debiste casarte. Te dejó preñada con diecisiete. Tu hija. Bebía. Después bebió más. En Ucrania no había futuro, vinisteis a España, primero al campo y luego a la hostelería. Mucho trabajo pero a fin de mes dos sueldos. Pero él bebía. Su tripa se hinchaba de cerveza al mismo ritmo que le perdiste el amor y hasta el respeto. Adiós y dejaste de saber de él y no quiso saber más de su hija. Hace una noche ardiente. Es casi la madrugada y vaharadas de aire caliente te golpean el rostro. Sola con tu hija. El doble o el triple de esfuerzo para salir adelante, pero sin lastre.

Tu niña es buena. Y estudiosa. Y tan guapa como tú eras, más aun en un país de mujeres morenas.  Medicina. Demasiados años. No podías permitírtelo. Dudaste pero decidiste decirle la verdad. La universidad no era posible. Con un sueldo que a veces no alcanza a las facturas, un estudiante es un lujo. Lo entendió.  Peluquera. Es muy bonita. NO tendrá problema para trabajar. Quizás algún día monte su propio salón. Pero no será médico o enfermera. No has conseguido tus sueños y ya sabes que no vas a conseguir los suyos. Pero es mejor la verdad que un naufragio.

El portón. A media luz. Un manojo de llaves. Las palpas para encontrar entre dos o tres iguales la que abre la puerta de tu casa. La luz del pasillo es el mensaje de que ella ya ha llegado. Sigilosa te diriges al mueble cama del salón donde duermes. Tienes hambre. No has comido y no has cenado. Ha sido un día muy intenso desde las once de la mañana. Lo has ido dejando y llegas  a casa en ayunas. La cocina. El frigorífico. Las tres. A las ocho tiene que estar arriba para ordenar la casa. A las once al trabajo . Estás muy cansada. Tienes poco tiempo. Dudas. Comer o descansar. Te tumbas en el sofá sin desplegar la cama. Cuando salga el sol te despertará porque no has cerrado la ventana

PASEO NOCTURNO

"Ven conmigo" "¿Adonde vamos" "Sígueme. Las rutas más divertidas son las que se hacen sin saber el destino" "Apenas te conozco" "No me conoces pero sabes perfectamente quien soy" "Tengo esa sensación. ¿Somos familia?" "Como si lo fuésemos, familiares muy cercanos" "Espero que me lleves a un lugar hermoso o divertido" "Es hermoso, aunque de noche no luce, pero no lo definiría como divertido" "¿Conoceré a alguien más?" "No. A nadie" "Creo que no va a ser muy divertido" "Tampoco te vas a aburrir"  " Es un consuelo. Está todo muy oscuro. Con la perspectiva que me ofreces, si pudiese me volvería" "Vuélvete" "No podría. Me extraviaría. No sé el camino y no hay luz" "No te orientes con tus ojos o tu oídos" "¿Cómo entonces?" "Cierra los ojos, piensa en tu destino y comienza a caminar" " Con los ojos cerrados me cuesta mantener hasta el equilibrio" "Porque aun confías todo a tu cuerpo" " No tengo otra cosa" "No la has descubierto" "No sé que sentido tiene nuestra conversación" "Las conversaciones son como las rutas. Las más divertidas son las que comienzan sin destino pero encuentran un rumbo e incluso una conclusión" "Una tormenta de ideas" "Una conversación libre" "Tú asumes que quienes conversan son personas cultivadas, pero ¿y si son tontos?" "Conversarán a su nivel, quizás no de filosofía o fisica nuclear, pero hay temas que no requieren la inteligencia de Einstein. Las palabras aunque sean simples siempre tienen  valor" "Y el silencio" " El silencio no es otra cosa que la ausencia de palabras" "O de ruido" "Los ruidos son palabras no transcritas" "Tienes respuestas para todo" "Y tú preguntas para mis respuestas. Hemos llegado"

"Una tapia. Una cancela. Cipreses. Me traes a un cementerio. ¿Ahora no respondes?" "Un cementerio es un lugar de silencio" "Para los muertos" "Y para los vivos y también para las palabras"

"Perdóname.No te olvidaré .No te fallaré.Te quiero. Tuyo hasta la muerte. Contigo hasta la victoria. Todo por la patria. No podré vivir sin tí. En la salud y en la enfermedad. Daré mi vida por ti. Lo mío será tuyo. Mientras yo viva nada te faltará. Pronto seré sólo tuyo. I love you. Je táime. Forever and ever. Ich liebe dich. Estoy leyendo los epitafios, pero no veo en este cementerio el nombre del difunto ni la fecha de la defunción. ¿A qué confesión pertenece este cementerio?" " A ninguna, pero estás equivocado" "¿Por qué?" "Aquí no  hay nadie enterrado" " Es uno de esos ridículos cementerios de animales" "Nada de eso. Es un cementerio de palabras y de frases" "¿Cómo?" " Debajo de cada lápida hay un mundo de deseos y de intenciones que quedaron aprisionados cuando las palabras quedaron hueras desprovistas del sentido con que se pronunciaron" "¡Un cementerio de palabras! Pero ¿Qué esperan las palabra? Los gusanos no comen palabras, tampoco la humedad o la química" "El tiempo entierra y descompone las palabras y su significado" "Y se me ocurre algo estúpido. ¿Acaso esperan la resurrección?" "Siempre esperan su resurrección. Las palabras son pacientes representan sentimientos eternos que en cualquier momento, con un resquicio de la lápida pueden florecer. Que descanses"

martes, 26 de junio de 2012

EL DESAHUCIO


Hay ruidos fuera de la casa. Raspan las paredes. Golpean. Dormía y le acaban de despertar. No huele a humedad, ni siente el agua filtrarse por la entrada. No ha escuchado truenos ni el ruido de las gotas. Se ha despertado. Es una lástima ser pacífico y ser lento, si no fuese así el intruso se iba a enterar.

“Oiga. ¿Hay alguien ahí?” Es una pregunta estúpida. Cómo no va a haber nadie en la casa de un caracol. Una pregunta digna de un escarabajo pelotero. Qué se puede esperar de alguien que se pasa la vida haciendo rodar la mierda de los demás. “Hay alguien” . El caracol, perezoso en tiempo seco mueve su gajo dentro de la concha. Se retira hacia las zonas más recónditas de la espiral interior. “Salga ya, soy la autoridad”. Todo el mundo sabe en el mundo pequeño que los escarabajos son unos fantasmas. “Tiene cinco minutos para salir o entraremos por la fuerza”. No llueve. No hay humedad. El caracol no se mueve.

Los dos escarabajos voltean uno a uno las gotas de rocío de tres hojas y las hacen caer sobre el moco reseco que anuda el caracol a la rama. Humedad. Cuando el moco se disuelve el caracol despierta. Saca su gajo grisáceo y despliega los cuernos. Hace sol y hace calor. Le han engañado. Ha sido una falsa alarma. Intenta regresar pero uno de los escarabajos interpone una espina. Si se repliega se desgarrará.

“Tienes que entregarnos tu casa” “Yo soy mi casa y mi casa soy yo” “No has pagado la hipoteca” “Mi casa nació de mi” “¿Qué crees? Que porque sea de herencia no te la podemos embargar?” “No mi casa me la fabriqué yo mismo y la fui recreciendo poco a poco” “Qué más da que tú mismo la construyeses. No has pagado y tu casa se expropia” 

Golpeó con uno de los cuernos la antena del escarabajo que sostenía la espina. Conmocionado la soltó. El caracol se ocultó en su concha y se dejó rodar por la rama hacia abajo. El escarabajo jefe corrió tras él. En el suelo sacó de nuevo su gajo y buscó el apoyo de otros caracoles pero ninguno atendió su llamada. Sus amigos no salieron a su llamada. Hacía mucho calor. Le costaba avanzar por la tierra reseca. Se hería a cada centímetro. Se fatigaba con la deshidratación del calor. Los escarabajos corrían en pos suya armados con las terribles espinas de limonero. Una acequia. Si llegaba y se lanzaba al agua, podría flotar veloz y alejarse, pero dos metros con el calor que hacía era un esfuerzo que no estaba a su alcance. 

“De aquí no vas a pasar. Entréganos su casa” “Mi casa es mi vida” “Nos da igual tu vida. Queremos tu casa” Sentía las punzadas de las espinas de limonero que hacían palanca para sacarlo de la concha. Recordaba al despegarse cada uno de los milímetros que creció desde que era una larva blanca en un hoyo de tierra húmeda. Se acordó de decenas de sus hermanos devorados por insectos y pájaros. Vio a los lejos a los escarabajos exhibir su concha como un trofeo. Recogió sus intestinos y los replegó en su cuerpo. Espero la puesta de sol suspirando por no ser encontrado por depredador alguno. Con la noche buscó la humedad debajo de un puente. Encontró muchos caracoles como él desprovistos de sus conchas .En la sombra, con la humedad del río y la hierba verde no estaba mal. Iba a intentar vivir. Sin concha, como una babosa, pero la vida seguía.

lunes, 25 de junio de 2012

EMBARAZO DE RIESGO


“Estoy embarazada. He empezado a manchar y mire. Pensaba que era un coágulo, es del tamaño que una habichuela pero es un fetito” “Ha perdido usted a su hijo” “Pero me ha parecido verlo moverse” “Señora con dos centímetros es imposible” “¿Qué va a hacer con él?” “Enviamos los restos al patólogo para que los mire al microscopio” “Pero si se mueve. Mire que llevábamos mucho tiempo buscando” “Señora lo siento”

La mujer gime. El ginecólogo sostiene entre los dedos el pequeño ser. Detrás una residente mira a la señora, mira a su adjunto y mira al feto. Se acerca. A ella también le parece que el feto se mueve. El adjunto lo echa en un frasco con formol y sale. Le dice a la residente que haga la petición informática del análisis de los restos. La residente mira el formol. El feto se mueve. Lo saca y lo pone debajo de agua tibia. Mueve cuatro minúsculas extremidades.

“Tome señora. Yo creo que sigue vivo” “Démelo. Antes estaba tan a gusto, pero el otro señor no me ha dado opción”

Se sube la camiseta. Hace un bolsillo en la grasa y la piel  al lado del ombligo justo al lado de una mana supernumeraria y deposita ahí el bebé casi microscópico. Extiende los brazos y abraza el pezón supernumerario que cobra nueva turgencia. Con el bebe dentro, la piel no saben porque mantiene la forma del bolsillo.

“Y qué vas a poner en el papel que te han dicho” “Ya lo arreglo yo no se preocupe. Venga a verme en una semana, pero no se haga muchas ilusiones. No creo que sobreviva” “Pero mírelo tan a gusto en la tripa de su mamá. Me hace cosquillas con su chupeteo”

Una semana después la señora regresó. Le chistó a la residente. “Está dormido” Se remangó la blusa y mostró el pliegue de su abdomen, lo abrió ligeramente y el fetito había crecido, era ya a simple vista casi el doble de la semana anterior, aferrado a la mama abdominal que se había hecho prominente. “Todo parece ir bien. Vuelva en dos meses. Estará de 8 semanas” “¿Tengo que ir a la matrona del centro de salud?” “Creo que de momento es mejor que no. Más adelante. No sé cómo se lo tomarían”.

“Luis tengo que confesarte algo” “Dime” “¿Te acuerdas de una señora hace dos meses con un feto abortado de ocho que quería llevárselo?” “sí . Lo recuerdo” “Al final se llevó el feto. Yo se lo dí” “Tú estás loca. ¿Te estás jugando la residencia por una tía loca que se empeña que un aborto está vivo?. Creía que podía confiar en ti.” “Luis. Espera. No te lances. Ven conmigo a la consulta”

“¿Usted es quien quería acabar con mi hijo?” Sale de la habitación y aferra el brazo de la residente. “¿Esto es una encerrona?” “Luis es algo muy grande. Ven conmigo. No está enfadada” Pasan “Señora descúbrase la tripa”

La piel de su tripa forma un bolsillo enorme bajo el cual bulle algo. “Acércate Luis por favor” Separa la piel de la bolsa de la piel de la pared del abdomen. Un hermoso niño de unos tres kilos se aferra a la mama abdominal. Los mira y parece que sonríe. Luis declara. “Enhorabuena tiene usted un bebé muy hermoso”. La madre y el padre acarician el marsupio que incuba a su hijo.

Los dos médicos salen. “Luis el padre dará saltos de alegría” “Sí. Y no les resultará difícil encontrar una canguro” Carcajadas. Es un día feliz.

domingo, 24 de junio de 2012

SAN JUAN .Anemia XVI


23 de junio San Juan. Solsticio de verano. La noche más corta. Una tortura para un vampiro. O una bendición para un vampiro melancólico. Una noche corta: menos tiempo de insomnio.

En Alquerías, cerca de su biógrafo, la noche de San Juan se celebra con fuego, bengalas, petardos, con olores de pólvora, con calor, con sudor, con pasión, con fuego, con humo, con brujas y magos y duendes y odaliscas todos juntos en una suerte de aquelarre que conduce a la quema de los deseos secretos que cada cual vierte en la olla de la bruja para que el fuego purificador, a ser posible,  los convierta en realidad cuando el remolino de las cenizas los levante hasta la luna.

Desde la torre de la iglesia de la Virgen de la Oliva, a cubierto de la cruz, Vlad contempla el discurrir del desfile. Tiene hambre  pero no tiene prisa. La noche es propicia. Vlad no bebe pero no es abstemio. Seleccionará mujeres ebrias que le permitan incorporarse a la fiesta. Es en las fiestas paganas cuando más echa de menos ser humano. Cuando amó hasta la desesperación, cuando deseó ser mortal , pero vivir como un humano, para un vampiro no supone otra cosa que la muerte.

Fuego. Volcanes de artificio con magos danzando alrededor. Petardos de los duendes que escoltan a la bruja a su sacrificio, su inmolación que la llevará a presentar los deseos al señor de los oscuro que quedó postergado cuando aparecieron las religiones.

Vlad salta. Vuela sobre el desfile. Los magos tienen una máquina de humo. En uno de los chorros toma corporeidad. Entre magos y brujas no desentona un vampiro. Baila entorno a los conos que emiten fuego. Inhala el humo de la pólvora quemada. Se vuelve humo y busca una primera libación. Dos jóvenes danzan. El torso de él desnudo, los rostros pintados de rojo. Los separa. El no pude resistir el influjo de Vlad. La mira. Se acerca, la abraza y sorbe. Cuando él despierta ella no recuerda nada. Tampoco él. Dos orificios en su cuello. Sigue la fiesta. Y Vlad vuelva a la danza entre los magos. 

Una olla en un camión, una marmita que cocina los deseos que se llevará la bruja cuando sea quemada. Ha bebido una sangre ebria. Le cuesta mantenerse en pie. Le ofrecen un papel. Y un lápiz. Pará qué es esto pregunta. Para formular un deseo. ¿Y se cumple?. Le aseguran que siempre o casi siempre. El todopoderoso Vlad escribe un deseo. El deseo que lo mantiene en una angustia permanente desde hace meses. Si estuviera sobrio sentiría vergüenza de mostrar debilidad. El señor de los Cárpatos, el empalador, el superviviente de los tiempos, suplicando a un destino que él mismo decide, volver con ella, un segundo más de ese amor humano que tanto daño le hizo. Aúlla y todos los perros de la huerta y los zorros del monte aúllan con él. Le ofrecen jamón y una estrella. A él que no come y no bebe sino sangre. 


Mientras los mozos saltan el fuego. Mientras en los rincones unos orinan y otros se aman , Vlad huye, corriendo a toda le velocidad de su forma humana. Se detiene detrás de una esquina. Despliega sus alas. Vuela hacia la luna. Y baja en picado hacia la luz de la hoguera, una de tantas en cientos de kilómetros de distancia. En un rincón, Junto a una tapia, una  mujer casi dormida . Sorbe sorbe hasta casi dejarla exangüe. Y la habría vaciado de vida si en el horizonte no hubiesen aparecido los primeros rayos de luz.

Si fuese humano no necesitaría huir. Si fuese humano estaría muerto



sábado, 23 de junio de 2012

LOS PANES Y LOS PECES


“Veinticinco kilos” “¿Tanto?” “Pasa en cinco kilos el límite” “Son veinte euros el kilo que tiene que abonar en el mostrador de Ryan air del fondo a la derecha” “Cien euros es mucho” “Usted verá lo que hace pero  decídase porque hay muchas personas esperando” “Disculpe”

Dejar la maleta en el suelo. Abrirla con el cuidado que exige no mostrar las vergüenzas de una maleta de vuelta. Minifalda. En cuclillas. Al agacharse nota el desgarro de la media. Se le están viendo las bragas. Se inclina. El escote de su camiseta muestra algo más que el canalillo. Palpa la maleta a medio abrir. No puede sacar los perfumes que ha comprado en el outlet porque acabarían en la basura. Mira a un lado y a otro. Coge un montón de bragas usadas que  mete en los bolsillos laterales del bolso. Unos zapatos de plataforma. El abrigo es muy pesado. Debe ser suficiente.

“Veinticinco kilos” “No puede ser he sacado más que esos kilos que sobraban. Compruébelo” “Señora veinticinco kilos. Ya le he indicado donde está el mostrador . Le entregarán un recibo que debe traerme” .

Vuelve a mover la maleta que en en efecto parece no haber perdido ni un gramo. Ahora suda. El esfuerzo y los nervios. Se huele a sí misma. Nota como crecen los rodales húmedos debajo de sus axilas. Pronto el rímel se extenderá por la mejilla, el maquillaje ya tiene churretes. Toca el interior de la cremallera. La bolsa de aseo. El gel. No es muy caro. Tampoco el champú. A la botella de perfume le quedan unos milímetros en el fondo. Se mete dos cinturones en los bolsillos. Se quita el abrigo y viste otro jersey , por lo menos así no se verá el sudor aunque sude más.

“Veinticinco kilos señora. Déjelo. El mostrador está al fondo a la derecha” “No. Esto es imposible. Míreme su báscula está rota” “Señora está funcionando perfectamente todo el día” “Acabo de hacer una prueba con un peso tasado. Es muy exacta y no está estropeada”

El pelo se le está desordenando de tanto cambiar de postura. Los rizos inferiores de su melena se han empapado y están pegados al cuello. El rímel se distribuye en regueros flanqueados de maquillaje. Se vuelve a agachar. Después se quitará las medias, la carrera ya es enorme. Le duele la cabeza y siente náuseas. Saca el secador, la depiladora, la plancha y el Whisky que había comprado para su  marido del que ahora sabe que se va a divorciar y los tira a la papelera.

“Veinticinco kilos señora. Su vuelo va a comenzar a embarcar” “¡¡No!!” 

Da una patada a la maleta que sigue siendo igual de pesada. Se agacha. Va a abrir la cremallera. Mira al cielo Cierra los ojos. Respira. En el canto interno de sus ojos dos humedades. Su mentón se frunce en pequeños espasmos. Se da la vuelta.

“¿Dónde me dijo que está el mostrador de Ryan Air”


viernes, 22 de junio de 2012

El secreto

“No sabía eso de ti papá” “Un hombre debe saber guardar secretos incluso con los suyos” “Pero¿ por qué me lo dices ahora?” “Porque estabas equivocado” “No lo creo. Leer los pensamientos de la gente en su mirada es algo grandioso” “No lo es” “Yo quisiera leer en los ojos de María si aun siente algo por mí” “De algún modo eso se puede hacer” “Se puede imaginar, o elucubrar, pero tan matizado por el propio deseo que puede ser simplemente una obsesión. Tu don es distinto. Lees su mente en sus ojos como quien lee un libro. Sin lugar para la duda, ni para la angustia” “Sin lugar para la duda sí, pero la angustia se puede incrementar” “Imposible si no hay duda no hay angustia” “La certeza crea más angustia” “Imposible” “Tu madre y yo nos separamos” “¿Y eso qué tiene que ver?” “Dices que la falta de duda no genera angustia y yo defiendo lo contrario. Es sólo un ejemplo” “Pero mamá y tú no os queríais” “Nos quisimos. Mucho tiempo. Después todo se apagó.” “¿Por culpa de tu don?” “No sólo por eso pero influyó” “Mamá te fue infiel” “Y yo a ella” “Pero ella no pudo ocultártelo. Ya entiendo” “No me lo podía ocultar. Quizás aunque no hubiese podido leer su mente no lo habría podido ocultar. Fue una convivencia larga. Es difícil sorprender. Es casi imposible mentir” “Y qué hiciste cuando viste que te era infiel” “Es duro ver lo que no quieres, con detalles, hasta el último de los gestos y las caricias, y más duro disimular después porque es imposible saber tanto sin haber espiado. Y si tu madre se hubiera sabido espiada se habría ido” “Al final se fue” “Pero yo intentaba evitarlo. Estabas tú” “No me culpes” “No te culpo sólo se atrasó lo inevitable. Lo siento” “Pasado. Eres un cabronazo. Reconoces que fuiste infiel” “Sí lo fui” “Te aprovechaste de tus habilidades para ligar” “No te puedo negar que saber exactamente qué hay detrás de una mirada, de un gesto, qué deseos, que desprecio, qué mentiras o incluso amor , fue algo que aproveché. Al principio decir o hacer lo que a cada una le gustaba que hiciera o dijera fue sublime. Nadie se explicaba cómo de repente me había convertido en irresistible” “¿Te envidiarína tus amigos?” “Mucho y alguno se vengó” “¿sí?” “O lo intentó, pero le salió el tiro al revés. No se puede engañar a un hombre que te lee los pensamientos” “¿Se chivó?” “Lo intentó, pero tenía demasiadas cosas que ocultar y se lo hice saber” “Se sorprendería” “ Si pero tenía  mucho que callar” “Eso es lo más grande. ¡Y dices que sólo al principio!” “Me ratifico” “No te entiendo” “ La vida sin misterio es aburrida. Una conquista de ese modo es como interpretar un guión. ¿Has visto una película de Bill Murray que se llama Atrapado en el Tiempo?” “De un meteorólogo que queda atrapado en el día de la marmota y está condenado a repetirlo una y otra vez” “Sí esa. La información de privilegio de la mente de tu interlocutor le quita la chispa a todo. Te sientes un mentiroso. Para vivir una normalidad que ya no existe debes fingir que no ves lo que ves, que sabes lo que sabes. Es una condena. Amaneces deseando que alguien descubra una especie de papel albal que te aisle, que deje tu cerebro en silencio, en reposo absoluto” “ Eso sí lo comprendo. ¿Has visto qué pivón papá?” “Hijo. No seas marrano. Soy tu padre y te leo el pensamiento”

jueves, 21 de junio de 2012

COLUMBOFILIA


“Con lo bien que estaban volando y se han bajado allí donde las oliveras” “No había visto una cosa igual. Han pasado de zurear a la palomica a desplomarse “ “Hace mucho calor” “No jodas con el calor, qué temperatura quieres que haga en Junio en Murcia” “Vamos a los coches”.

Una caravana de coches cuatroporcuatro, furgonetas, motos, incluso bicicletas, salieron en estampida por el carril en dirección al lugar en que los palomos se habían posado en el suelo.

“¿Qué peste?” “No se puede soportar” “hay algún animal pudriéndose por aquí” “El arrullo de las palomas se oye a pocos metros” “Pero según nos acercamos la peste es mayor”

Caminaban por un huerto abandonado de limoneros. Los matorrales secos cubrían casi la altura de un hombre. El calor sofocante y el sudor se amasaban en las ropas. El olor se intensificaba. A diez metros las oliveras. El olor llevó a la náusea a dos de los palomistas. Uno de los más viejos con una tripa hinchada les ofreció aguardiente de una petaca para mojar las pañuelos y tamizar con el tejido empapado la pestilencia.
Un claro.  Después las oliveras. En medio un enjambre de palomas en misteriosa armonía con dos docenas de urracas y cuatro o cinco cuervos. Decenas de picos bajaban una y otra vez, subían deglutían y volvía a levantarse para volver a tragar trozos de algún alimento. Cuando la maraña de plumas se movíó quedó al descubierto una parte de la carroña que devoraba.

“Es una mano” “Sí le faltan dos dedos pero es una mano” Se adelantó. Hizo aspavientos para espantar a las aves. Las más cercanas remontaron el vuelo, pero no se resistieron a una comida fácil y se le abalanzaron a la cara. Varios hombres acudieron en su auxilio y las palomas, los cuervos y las urracas desistieron de seguir con su alimento. Alzaron el vuelo y se posaron en las copas de las oliveras alineadas con los picos ensangrentados. El rostro estaba descarnado. Las cuencas de los ojos vacías. El abdomen abultado rezumaba jugos por varios puntos en que los picos habían accedido a las vísceras.”Voy a llamar a la guardia civil” “¡Quieto!” “¿Y qué les vas a decir que nuestros palomos han comido carne humana. Nos los decomisarían, quizás incluso sea obligatorio que los sacrifiquen” “Yo no estoy dispuesto” “Y menos por un indigente muerto. HE visto las ruinas de la casa. Una manta y un infiernillo. La comida justa para el día y una jeringuilla” “Está muerto. Si estuviese herido..... Pero está muerto” “¿Y si nos vamos?” Mira  a tu alrededor. ¿tú ves a los palomos con ganas de volver a sus jaulas?” “No. En cuanto nos apartemos se abalanzarán sobre su presa. Hay que eliminar el cadáver” “Quemémoslo” “No se puede encender fuego en esta época sin permiso del SEPRONA” “Tengo cinco cerdos en la finca de al lado. Tengo que ir a darles de comer. Los cerdos hambrientos. Y a este no creo que nadie lo eche de menos. Los cerdos acaban incluso con los huesos” “Aquí hay un plástico” “Mientras lo lleváis yo echo yeso para tapar los restos de jugos de la tierra”

Los cerdos cenaron y comieron el siguiente día. Los palomos volvieron a sus jaulas. Los cuervos aguantaron en el tejado de la cuadra algún residuo

En Noviembre en un día gris y helado hubo matanza. Tres de los asistentes sólo comieron ensalada.

miércoles, 20 de junio de 2012

MERCADILLO


Cerca de la medianoche. Miércoles. Aunque hay fiesta hay poca gente por la calle. Callejear en fiestas es caro. Hace calor. El ruido de los compresores de gasoil rompe los silencios. Dos o tres clientes manosean las gafas. El vendedor marroquí les dice que tiene más si quieren verlas. La luz de las dos bombillas de bajo consumo apenas permite distinguir los colores. Las dos mujeres búlgaras se miran, se las prueban. Se miran una a otra y las dejan. El hombre sabía que no iba a vender. Años de mercado te enseñan a saberlo. Pero un cliente siempre es un cliente. Está cansado. Esta mañana ha estado en Torrevieja. La venta floja. Esta tarde ha venido a Alquerías para ver si mejora las cuentas. Quince euros de gasoil más los impuestos. Los mismos del año pasado y la venta está peor. El Viernes y sábado que es la fiesta grande espera recuperar. En la acera sobre dos cartones. Tapados con sábanas duermen dos niños de cinco y siete años. El mayor de trece se afana con su padre en vigilar el puesto. De mayor quiere tener su propio puesto, como su padre tan alto, tan fuerte y tan listo. Su padre es el mejor vendedor del mundo.

Hace calor en  Junio. El muchacho escucha la música de los coches de choque. Ve a las muchachas con mallas camisetas o faldas cortas desfilar hacia la feria. Le gustaría invitar a alguna a un paseo en un coche. Pero tiene que trabajar como su padre. No hay tiempo para la diversión. Por lo menos hoy. El domingo, si la venta va bien el sábado, su padre lo mandará con sus hermanos a dar una par de vueltas. Pero hay que trabajar antes.

Al otro lado de la valla de la policía municipal que delimita el mercadilla y el recinto de fiestas, a la calle sin salida entra una A5 blanco. Aparca en el paso de cebra. El conductor es un joven de pelo corto engominado con gafas Carrera de espejo, unos Levis ceñidos y una camiseta Armani. Una esclava de oro y un cordón también de oro. Al otro lado, se despliega una chica rubia probablemente teñida con una camiseta de raso de tirantes que dejan sus hombros al descubierto. Se da la vuelta. Tiene los ojos azules y la tez más blanca que el  niño del puesto ha visto nunca. Es la mujer más hermosa que recuerda. Él la coge por la cintura. Van hacia la feria, pero la chica ve los puestos y cambian de dirección. El muchacho se encandila a cada movimiento de unos tacones altos de aguja. Se para delante de las gafas.

“Tenemos más señorita. Si quiere se las enseño. Todas las marcas” “Jezabel estas gafas son  una mierda. Si quieres mañana vamos al corte inglés” “Jonathan me gustan los mercadillos. A todas las mujeres nos gustan” “¿Cuánto valen esas gafas muchacho?” “Diez euros señor” “Ocho” “ Señor valen diez” “Ocho o nada” El muchacho mira atrás a su padre quien lo observa sin decir nada. Mira a sus hermanos pequeños en la acera. Mira de nuevo a su padre. Su padre agacha los ojos serio “Ocho euros señor” “Toma. Ahí tienes tus gafas . Vámonos que nos esperan a cenar. Miguel me ha mandado un Wasapp que van a meter los langostinos del Mar Menor al fuego con nosotros o sin nosotros” “¿Algo más señor?”No responde se dirige de nuevo al coche. A acaricia la nalga de su compañera. Le abre la puerta y la besa. El chico los mira. Su padre se acerca. Le acaricia el hombro y le recuerda que hay otros clientes.


martes, 19 de junio de 2012

VISITA A MEDIANOCHE (ANEMIA XIV)


Me gusta que la medianoche me sorprenda escribiendo . El silencio me ayuda a que las ideas fluyan como palabras. Lo hago todas las noches. Es algo fisiológico. Las palabras. Los sonidos. Las frases resuenan. Es mi música. Son mis sonidos. Son voces que presto a quienes leen lo que escribo.

Una mano helada se posa sobre mi hombro izquierdo. No hay nadie en casa más que yo.

“Buenas noches Antonio” . Nunca he escuchado esa voz que sin embargo me resulta familiar. No quiero mirar atrás. Son dedos finos, de uñas bien cuidadas. Manos huesudas. Las venas se enredan por las falanges. Son venas transparentes. “¿Qué quieres?” “Sabes ya quien soy” “Eres Vlad” “Sí soy Vlad” “¿A qué has venido” “Espero que tú me lo digas” “¿Yo? Un pobre mortal decirte a ti un todopoderoso qué has de hacer? Es ridículo.” “Sí un todopoderoso en tu terreno. Estoy aquí detrás de ti. Podría coger tu cabeza y aplastarla o morder tu yugular y extraer hasta la última gota de tu sangre. Nadie se explicaría lo ocurrido porque la historia, Tu historia y la mía quedarían sin terminar” “Visto de ese modo” “Un todopoderoso que puede ser destruido con que pulses la tecla delete de tu ordenador, o con que cambies el curso de esta historia” “ Te juro que no tengo ninguna intención de acabar contigo. Me gusta tu personaje. Me gusta tu carácter, frío, seguro, eres deseado, creo que a veces eres algo que me gustaría ser” “Y tener una dieta de sangre para evitar la vejez. Es cansado” “Cansado también es correr veinte kilómetros, y hacer dieta y beber poco alcohol y vivir con demasiada moderación con peores resultados que tu dieta, o madrugar para ir al trabajo” “¿Quieres darme pena?” “No es mi estilo Vlad. No quiero dar pena a nadie, pero me ha parecido que tú querías darme pena a mí” “Soy un vampiro. Soy una criatura del diablo. Puedo envidiar lo que no tengo y conseguir o destruir lo que envidio” “No lo había pensado. Creía que la envidia era algo muy humano y ahora que lo dices los seres de la noche también la tenéis” “ Sí. También el odio y el rencor” “ Pero la envidia te hace desgraciado, siempre añoras aquello de lo que careces” “¿Quien ha dicho que por ser inmortal tenga que ser feliz?” “Parece lógico, pero Vlad. Tú estuviste enamorado hasta la desesperación. Sentiste y consumaste el deseo. El amor no me encaja con lo que me dices” “No me gusta hablar del pasado” “Una lástima porque el pasado de un inmortal es sublime. Muchos historiadores matarían” “O morirían en el intento Antonio” “Volviendo a tu amor” “Eso pasó” “Todavía te alteras Vlad. Estuviste a punto de volver a la vida” “Eso es imposible. Un vampiro no puede volver a la vida sin pasar antes por la muerte” “Pero lo intentaste” “¡Sí!” “Quizás te habría merecido la pena” “….quizás. Tú escribes esta historia. ¿Por qué me preguntas?. ¡Podías haberme dejado ser humano! ¡Me obligas a la inmortalidad! Debería convertirte en vampiro para que sufrieses en tus carnes la angustia de la vida eterna” “Lo siento Vlad. Escribir es como vivir, es una acto libre, pero cuando manejas mitos, y tú lo eres, lo quieras o no, hay sus reglas. No puedo cambiarlas” “¿Y una mujer hermosa puede tener un ojo en el ano? Eres un enfermo Antonio” “El relato de La mujer excepcional es realismo mágico, es otra cosa. ¿Vlad? ¿Vlad?.”

Su figura se aleja hacia el norte. Sobre la sierra de la Pila hay una nube de tormenta que no para de disparar rayos.

lunes, 18 de junio de 2012

HISTORIA DE UN CONCIERTO DE THE BOSS


“Hemos tenido mucha suerte. Ni de coña podríamos haber podido pagarlos. Yo sin trabajo y mi novia en la caja del súper ganando seiscientos euros” “Sí. Algún beneficio tenía que tener lo que me cuesta sacarme el bachiller por la noche. ¡Estamos más contentos!. Y Bruce Springteen ni más ni menos. Qué suerte” “¿Y os las habéis encontrado?” “No exactamente. Alguien nos las ha dado sin saber que nos las daba a nosotros” “¿Quién?” “Eso no lo sabemos” “¿Por qué a vosotros?” “No fue a nosotros. En realidad hubo mucho de casualidad” “Y de destino también Manu” “ Si Mari el destino también ha jugado lo suyo” “No entiendo nada” “Mi novia..” “Yo tenía que hacer un trabajo de literatura. Tenía que leer el Werther de Goethe. Lo saqué de la biblioteca y entres sus páginas estaban las dos entradas con una nota” “¿Qué decía?” “La tengo aquí, con las entradas, tal como estaba entre las páginas del libro.¿Quieres verla Antonio?” “Me encantaría”


Cuando compré estas entradas estaba muy atormentado. Mi mundo estaba a punto de cambiar. Confrontaba quizás la decisión más trascendente de mi vida. Era una cuestión de tiempo. Poco tiempo. Noches de insomnio. Sueños y pesadillas entremezclados. El día y la noche enlazados en la angustia de una vida atribulada. Ella. Ahora ya es pasado pero lo fue todo. Ella. Ella era yo y yo era ella. Sin fisuras. Tan natural como el agua fluye por las vaguadas. Tan sencillo como el viento empuja las hojas. Tan agradable. Palabras. Caricias. Deseos. Admiración. Ella y yo. Ahora es ella. Antes era tú.


Cuando las compré vivía el deseo de hacerla feliz. Buscaba el entorno perfecto para nuestros sentimientos. Lugares donde una mirada se convertía en  una cadena mullida y tierna, elástica, una caricia de hierro. Un deseo de presente eterno. La parálisis de cada hálito. La moviola eterna de una caricia. Cerrar los ojos para recordar. Momentos perfectos aun hoy ya envuelto en la oscuridad desolada de haberla perdido.


No podría ver ni escuchar ni sentir ni oler ni tocar nada distinto a su voz, su olor, su piel. No tiene sentido. ¿Devolverlas? ¿El seguro?. No . No necesito el dinero. Ya me sobran demasiadas cosas. Dárselas a un conocido: no. Se me ocurrió lo que he hecho.


El destino que nos unió se ocupará de buscar el destino de estas entradas. El vehículo será Werther. La biblioteca pública. Sí. Entre las hojas de un libro prestado. ¿Y si nadie se lo lleva? ¿Alguien se lo llevará? No es posible que el deseo que me llevó a conseguirlas quede sin concluir.


Vosotros. Ni os conozco ni os conoceré. Disfrutad. Tenéis reservada una noche de hotel en el NH Sanvy. Sólo tenéis que dar vuestra identidad. Espero que disfrutéis el amor que yo no pude.



“¿Antonio no dice usted nada?” “¿Qué podría decir? Si escribo algo en  mi blog sobre esto ¿os molestaría?” “Un blog. A nosotros no. Y a él no creo que le importe”

sábado, 16 de junio de 2012

ESPONJA


Poca gente sabe que una esponja es un animal. Quizás un estudiante de biológicas de bachillerato si lo sepa. El resto tendrá que mirar en Wikipedia para averiguarlo o para creerlo si lo acaba de leer. No es exactamente una animal sino un conjunto de animales poco desarrollados que forman el esqueleto que usamos para enjabonarnos. Aquella esponja era distinta.

Cuando la vi llena de polvo en un rincón oculto de la tienda de los chinos, junto a extrañas figuras de danzarinas o budas, y algún gato de la suerte averiado, me pareció una esponja natural de las que mi madre empleaba con mi hermano pequeño recién nacido. Olor a nenuco y un tacto suave. Muy agradable. La cogí. “Sincuenta séntimos”. Una ganga. Estaba deseando tomar la ducha.

Abrí las dos alas de la mampara y en el borde del plato, junto al champú y el gel la dejé. Para qué enjuagarla si no iba a tardar en ducharme. Saqué los papeles del despacho. Saqué del frigo los ingredientes de mi cena. Me desabrochaba la camisa por el camino. Soltaba el botón del pantalón sintiendo anticipadamente el agua masajear mi cuerpo. Puse la mano en la mampara. Me volví a poner la gafas. El champú y el gel habían rodado por el plato. La esponja no estaba. En mi casa no había nadie o eso pensaba yo. Mi novia. ¿Estaría ella allí preparándome una sorpresa?¿Se habría suspendido su viaje? Si tenía ganas de jugar le iba a seguir el juego. Me metí muy excitado por la idea. Le dí al grifo del agua caliente, giré el agua fría. Me aparté cuando salió demasiado caliente y al mirar la puerta desde dentro, en la corredera, en el armazón que sujetaba el cristal estaba la esponja . Se movía. Mi esponja reptaba como una oruga. Qué asco. Había comprado una oruga enorme o algo parecido. Cuando ves una oruga el primer impulso es chafarla, pero tan grande, sólo pensarlo me daba más asco. No podía salir hasta que no se apartara de la puerta. No quería tocarla. Se dejó escurrir por el cristal hacia mis pies. Algo distinto del puro azar guiaba sus movimientos. En el suelo se acercó al gel. Envolvió con sus pseudópodos la rosca, la abrió y extrajo casi la cantidad exacta que yo siempre uso para mi ducha.¿Salir? Tenía algo de miedo, pero también curiosidad. Lentamente la esponja se acercó a mis pies rezumando espuma, ni mucha ni poca, a mi gusto. Comenzó a masajearme el dorso de un pie y después el otro. Muy agradable. Muy placentero. Se fue deslizando por una pierna hasta el muslo, por la otra. El abdomen. El dorso . El cuello.  brazos. Dejó para el final, como yo mismo hago las partes más íntimas, pero por esta vez no confié. Son zonas muy personales. No tenía el suficiente trato como para dejárselas a ese ser vivo. No se lo tomó a mal, pero sí percibí algo de tristeza, como cuando un perro agacha las orejas y mete el rabo entre las piernas. Se bajó. Repasó los dedos de los pies. Y reptó hasta el punto donde a mi espalda se unían dos de los paños del baño. Estaba muy relajado. Cuando terminé de enjuagarme, la cogí. Notaba en las manos como miríadas de pequeños lametones. Disfrutaba. La volví a posar. Le puse la mano encima y percibí como un ronroneo. Dormía. Parecía una esponja mojada como cualquiera. 

viernes, 15 de junio de 2012

ENCUENTRO EN LA TERCERA FASE


“Estoy de sonda hasta donde amargan los pepinos” “Jajaja” “ ¿De qué te ríes?” “Me ha hecho gracia lo que ha dicho” “Pues tú también llevas sonda muchacho” “ Desde hace varias semanas y es verdad que es un incordio. No veo el día que me la puedan quitar. Peor que la de la orina” “No sé qué decirte” “Yo la llevo peor se lo aseguro. Y no comer. Ahora mismo , si pudiese me comería un bocadillo de tortilla de patatas” “Pues mira que yo soy tragón y ahora no me apetece nada” “Porque está recién operado. Cuando se mejore ya verá como le entra de nuevo el apetito. Lo sé por experiencia” “Pero si tienes cuatro días” “ Eso no tiene nada que ver. Cuando te toca te toca llevo ya varias operaciones” “Cada vez que entra la auxiliar me pregunta si he ventoseado. Que me diga si tendo hambre” “ Las cosas son así. Cuando su intestino empiece a funcionar después de haberle reducido la hernia, comenzarán una dieta por fases” “Con fases o no yo me comía ya un cocido” “No te van a dar un cocido, ni siquiera molido” “Una vez que como ¿qué más les da?” “Si tu intestino funciona..” “ Si ventoseo””Exacto. Comenzarán con una fase I” “¿Eso qué es? ¿un arroz?” “Agua y manzanilla” “¿Tanto esperar para eso?” “No se pueden arriesgar a que tu intestino se pare” “¿Y después?” “La fase II” “¿Un arroz?” “Caldo desgrasado” “A ese ritmo llega la Navidad y no he catado nada sólido” “Para eso tienes que esperar a la tercera fase, jamón cociodo y algo de puré” “Eso es otra cosa” “Sí la tercera fase ya es comida. Una esperanza de curación. Mejoría. El futuro de normalidad que se acerca” “¿Lo has vivido varias veces?” “Sí tres o cuatro” “Y ahora cómo vas” “Mi intestino funciona perfectamente, o casi. Pero  mi esófago se ha estrechado. Mi enfermedad ha recaído. Estoy pendiente de radioterapia para reducir los ganglios que me impiden tragar. Mientras, dependo de esta sonda” “Te veo desaminado” “Un poco” “Pues anímate. Noto mis intestino moverse. La próxima vez que la enfermera me pregunte la respuesta será un sí y vendrá la fase I” “Yo todavía no podré” “Pero cuando te apliquen el tratamiento” "Entonces sí. Me han dicho que la reducción es rápida. Podré progresar de golpe” “Justo . Nos encontraremos en la tercera fase” “Ja Ja Ja” “¿Por qué te ríes ahora. Tanto tiempo ingresado te ha hecho perder la razón” “Ese es el título de una película de Spielberg de los años setenta” “Ni puta idea. Pero creo que yo voy a empezar a tolerar mañana y cuando vaya por la tercera fase tú me vas a acompañar” “Trato hecho. Chócala. Cuidado que se lían las sondas”

“¿Enfermera el muchacho que me acompañaba está tardando en volver” “¿Cómo le ha venido la segunda fase?” “Estoy un poco empachado creo que no debo progresar” “Esfuércese que lleva estancado tres días” “Ya lo intento. ¿Qué me dice del chico?” “Hubo una complicación con su médula en el tratamiento. Una infección o algo así. Está en la UCI. No desespere que esta tarde tendrá otro compañero. Mañana comenzamos la tercera fase”

“Enfermera me encuentro muy mal. No puedo respirar” “¡Señor señor despierte! ¡Llamad a la UCI! ¡Parada!”


jueves, 14 de junio de 2012

REFLEJOS


No me gustan los espejos. Y no soy Vlad, el vampiro del mundo de ast. Los espejos mienten. Mienten las mentiras que necesitamos o las que pensamos o las que tememos. Las niñas o los niños con anorexia ven reflejados cuerpos sebosos . Es un caso extremo, pero quién no se ha visto hermoso y si no hermoso atractivo o gracioso cuando está pletórico o feliz o enamorado. Sin embargo en las horas bajas, el espejo acecha y es tu enemigo, fija tu mirada en todo lo que de ti detestas, tu nariz es grande o ganchuda, tu pelo no tiene brillo, en tu frente no hay  más que arrugas, tu culo es muy gordo o plano, tus muslos son muy gruesos o demasiado delgados, eres bajo o eres muy alto. Eres feo, eres un ser desagradable si a quien amas no te ama o peor, mucho peor si no te amas a ti mismo.

En mi habitación había un espejo. Ayer hubo una ruptura. En la madrugada que seguía a una noche sin sueño me vi horrible. Me vi viejo. Me vi desgarbado. Sobre todo me vi triste y me vi solo. Me puse de lado. La espalda y la tripa sobresalían.  El espejo hacía aguas. Estará oxidado el azogue de su envés. Pero el óxido se mantiene y las deformidades y las irisaciones no eran continuas sino que se movían. Apoyé un dedo. Con un leve roce una onda circular se transmitió hacia el marco. Rebotó y produjo una agitación en la superficie al chocar las ondas que iban con las que venían. Me llevé el índice a la boca. Mojado y salado. Acerqué la mano y se perdió bajo la superficie. Miré atrás. Mi habitación. Cerré la puerta. Detrás del espejo estaba la madera de la puerta del armario. En el suelo ni una gota derramada. Abrí de nuevo la puerta. Toqué. Mi mano se perdió en la olas. La saqué empapada. No dudé. Me zambullí.

El agua cálida. Arriba veía algún reflejo pero todo estaba oscuro. Nadé hacia la superficie por curiosidad, porque no me faltaba el aire. En el cielo la luna. Alrededor un mar sin olas. Enfrente el reflejo de la luna sobre el agua. Detrás rompían las olas. Una isla. Muy pequeña, como la del Principito, con un cocotero en su centro y algún ser vivo que bullía entre sus palmas. Me apoyé en la única roca. La inercia de las ondas alcanzaba los dedos de mis pies. El tintineo del ir y venir del agua me adormecía. La mente en blanco como cuando corro. El aire dulce. Pellizcaba la arena remedando una caricia negada. Solo. Aislado. Silencio profundo, eterno, sólo roto por el mar tranquilo. El ser de la palmera dormía. Paz. En el horizonte alboreaba. Aunque estaba tranquilo sentí abatirse mi pasado sobre mí . Me gritó que mi presencia era postiza en ese lugar. Postiza. Ajena. Era extraño. No era para la isla más que un residuo traído por las olas. No se debe cambiar lo inmutable. Me zambullí y nadé mucho rato hacia el regreso. Saqué una mano y el aire estaba seco. Sentía la vibración del ruido de la calle. Saqué la cabeza . Apoyé las manos en el barco y me parí en el mundo del que había salido. Rodé calado. Busqué el baño antes de irme a la cama. Me sequé . Sequé el suelo. Escurrí las gotas de agua de la bayeta en un matraz. Le puse un tapón y lo guardé en un rincón junto a los frascos de jabón de hoteles visitados. Lo toqué, cerré los ojos y me fui a dormir.

Por la mañana el espejo no me devolvió una imagen tan ajena.



miércoles, 13 de junio de 2012

MI LUCHA


“Compañeros. Si nos mantenemos unidos si perseveramos, conseguiremos que nos devuelvan lo que es nuestro, nuestras reivindicaciones son justas. No hay otra salida. No hay más opciones”  Aplausos cerrados.

“Compañeros sólo llevamos cinco días en la protesta y veo asientos vacíos en el salón. No es posible que os canséis tan pronto. Si cejamos en nuestro empeño, nuestro esfuerzo será baldío. Regresaréis a casa tristes, cabizbajos sin ganas de hablar con  vuestras familias” Cuchicheos y murmullos.

“Los compañeros se están quedando en casa. No van ni 10 diez días y apenas estamos los representantes. No podemos convocar en el salón porque sería una vergüenza” “Vámonos a casa Pencho” “Si un solo hombre tiene razón debe seguir su lucha independientemente del resultado. Creo que debemos constituirnos en asamblea permanente en esta habitación. Si somos ya pocos, debemos llamar la atención con nuestro esfuerzo” Aplausos.

“Pencho esto se muere y no hemos conseguido nada. El periodista del otro día apenas puso una nota pequeña en las hojas centrales en un rincón antes de las necrológicas. Es una premonición. Nuestra reivindicación está moribunda” “Mientras hay vida hay que luchar. Quien quiera puede irse a su casa no hay problema. Yo desde hoy empiezo una huelga de hambre” Murmullos uno se levanta entrecruzando las manos. Recoge sus cosas y se va. Alguno hace ademán de abuchearle “No. Nada de abucheos esto es libre” “Contigo hasta el final” “ Lo vamos a conseguir. En un mundo sin justicia no  merece la pena vivir”

“Me duele el estómago” “Déjalo. Come algo” “No Pencho. Después de veinte días estamos consiguiendo que la televisión nacional esté pendiente de nosotros. Estamos más cerca que nunca de conseguirlo. No voy a abandonar”.

“Esto es una mierda Pencho. Treinta días sin comer, y la prima de riesgo nos saca de los telediarios” “Sí es una mierda” “Pencho no puedes desmoralizarte. Eres nuestro líder” “sí. Ha sido un momento de flaqueza. No podemos volver atrás. Si en tres días no hemos conseguido  nada haré algo” “No hagas ninguna locura” “Todo en su momento no te preocupes” Sólo suspiros.

“Es el día. Si esperamos más no tendremos fuerzas. Me voy a quemar a lo bonzo. Mañana sábado a la una en la Plaza de las Flores, cuando todo el mundo tome el aperitivo. Prepararemos una pancarta. Marcharemos hasta allí todos juntos. Haremos un discurso, me rociaré con gasolina y me prenderé” Silencio.

Mientras preparan la pancarta, rellena una botella de plástico con la gasolina del depósito de un coche. Coge las cerillas. Tiene miedo. Morir abrasado. Después de tantos días de hambre morir. Para siempre. Quizás sea suficiente con un amago. Coge las cerillas. Sin que nadie le vea las humedece. El efecto será el mismo si da tiempo a que las fuerzas del orden le rescaten.

Termina el  discurso en la plaza. Una docena de personas malolientes y despeinados con una pancarta llaman la atención. Cuando termina se rocía con la gasolina. VE muchos "o" en los labios de la gente. Nadie se mueve. Saca las cerillas. Nadie se mueve. Una cerilla. Otra cerilla. Otra. No prenden. Nadie se mueve. Se le caen las cerillas. Uno de sus acompañantes le acerca un mechero.


martes, 12 de junio de 2012

PAPÁ


“Papá ¿Se va a acabar el mundo?” “No hija” “¿Nunca?” “Alguna vez se acabará pero nosotros no lo veremos” “¿Por qué?” “Porque el mundo tiene una vida más larga que cualquiera de nosotros” “ ¿Cuándo se acabará?” “No lo sé” “Tengo miedo” “No debes tenerlo” “Tú tienes miedo” “Yo no tengo miedo” “Te oí decírselo a mamá” “Tienes miedo” “¿De qué tengo miedo?” “Del futuro. Tú lo dijiste. El mundo se va a acabar y no me lo queréis decir” “No cariño. No . Te aseguro que el mundo no se acaba. Es verdad que son momentos difíciles. Pero saldremos adelante” “¿Por qué son difíciles?” “El mundo está raro” “Pero  no se va  a acabar” “No. Está raro porque cosas que eran sencillas ahora son muy complicadas” “No lo entiendo” “Es normal. Yo tampoco lo entiendo del todo. ¿No estás cansada? Es muy tarde?” “No. Me gusta hablar contigo, antes no estabas casi nunca” “Sí me he perdido muchas cosas tuyas, pero ahora te veo más” “Y no estás contento” “sí estoy contento de llevarte al colegio, de prepararte la ropa y la comida, pero quizás no estoy muy acostumbrado” “Lo haces muy bien, yo si estoy contenta aunque también echo de menos a mamá”. “Duérmete. Un besito. Hasta mañana” .

“¡Papá!” “ ¿Qué te pasa?” “No puedo dormir. He visto una sombra detrás de la puerta” “Es una pesadilla. Sólo una pesadilla de una niña que piensa demasiado” “No me apagues la luz que la sombra me asusta” “Un besito. Que sueñes con los angelitos” “Te quiero papi”

Se va al salón. Camino despacio y mira atrás por el pasillo. Deja todas las luces encendidas, en el pasillo y en el salón. La televisión funcionando siempre con más voz de la necesaria. El mando en la mesa. Mira atrás a cada tramo. Se afirma a la paredes, se roza, se frota las manos y cierra los ojos. Llega al sofá.  Se sienta. Se acomoda en el lado de la chaise longue y mira a su lado el cojín del sofá que a veces se ha hundido cuando la sobra llega con él. Espera que el sueño le venza pero a veces pasa noches enteras en vela de lado en la cama, agarrado al borde evitando deslizarse al otro lado de la cama bajo el peso de la sombra. Su mujer llega de madrugada. Se acuesta. En silencio la sombra se marcha. Esa hora puede dormir. Después tiene que llevar a su hija al colegio, siempre en autobús. No puede conducir con la compañía siniestra que le acompaña desde que perdió su trabajo.


PELOTA


Siempre había pensado que los pelos de la nariz no sirven para nada. Hasta ayer. Me ocurrió como con otras partes de tu cuerpo que descubres a su debido tiempo. Esos descubrimientos tardíos son causa de un gran placer.

Ayer estaba cabreado. La Dirección de mi hospital había ninguneado un trabajo concienzudo durante mucho tiempo. Cuando me cabreo tiendo a hurgarme la nariz. Como sé que no es correcto, a veces, cuando nadie me ve tiro de algún pelito que sobresale para arrancarlo. Ayer en un rincón comencé a tirar y a tirar, y el pelo no sólo no se desprendía de su folículo, sino que en el brazo izquierdo, a la altura de la muñeca vi como la piel se hundía como si se colase por algún lugar. Solté el pelo y la piel volvió a la superficie. Mi primer pensamiento fue que la ansiedad de los nervios me estaba traicionando. Volví a tirar. De nuevo se formó el hoyo con forma de cono, que se hacía más o menos profundo según tiraba más o menos. No era nada doloroso. Era muy divertido. Por la noche, cada vez más cabreado al comprobar que el castigo de la dirección además había sido asimétrico y otras guardias no se habían visto afectadas, volví a acariciar la fosa nasal, esta vez la izquierda, cogí un pelo que sobresalí, tiré, tiré y me quedé atónito al comprobar cómo el meñique de mi mano izquierda se evertía como el dedil de un guante. Solté el pelo y el meñique volvió a su sitio. Sin dolor. Sin daño. Toqué y no había fractura, seguía habiendo huesecicos en su interior. Imposible comprender tal repliegue. Yo no estoy hueco os lo aseguro, ni siquiera soy flexible como un faquir o elástico como un gusano.

A la hora de la cena tomando un sorbo de cerveza me relajé. Noté un ligero picor. Acaricié mi nariz. No quería manipular ningún pelillo porque si replegaba alguna parte de mi cuerpo podía atemorizar a mi residente. Pero no me pude resistir. Miré hacia otro lado y tiré. Tirar me producía un placer difícil de imaginar. La copa del sujetador de la mujer de la mesa de enfrente se hundió. La vi levantar el brazo dispuesta a golpear a quien la manoseaba. Cuando vio que no había nadie se puso pálida. Solté y regresó a su volumen. Introdujo la mano por el tirante se palpó el pecho reconstruido y se quedó tranquila. Mi nuevo poder me permitía no solo modificar mi propia forma sino la de otras personas a voluntad. El cabreo enorme me había provisto de esa energía.

Por la mañana seguro de que había sido un sueño di un pequeño tirón y comprobé que mi brazo se deformaba. Otro pequeño tirón y la  mejilla de la limpiadora se hundió. Se rascó.Mi poder seguía indemne.

Después de la sesión clínica me fui al pabellón de dirección. A través de los cristales vi al director médico, sentado en la mesa hablando por teléfono. Me llevé el dedo a la nariz. Tiré, tiré y vi como los dedos de su mano derecha, los de la izquierda, los brazos y antebrazos se replegaban hasta los hombros ante su gesto de horror. Después las piernas. Su tronco quedó apoyado sobre el panel de la mesa. Sudaba y habría gritado si no fuese porque una lengua replegada no puede producir ningún sonido. Me costó evertir la cabeza en el tronco. Me costó más replegar el tronco hasta convertirlo en una pelota que rodó al suelo desde la cintura de su pantalón. Rodó hasta el pasillo donde me encontraba. Se detuvo junto  a la pared. En la amalgama de carne se reconocía un ojo que parpadeaba y claramente una nalga junto a un testículo. Di dos pasos hacia atrás y chuté con todas mis ganas. La esfera del director rebotó de una pared a otra, cayó por la escalera y en la calle unos niños se entretuvieron jugando un rato. “Antonio déjate ya la nariz. Marrano” “Tienes razón Elena” En un rincón a oscuras el director se volvió a desplegar, desnudo y magullado.

Mañana no vendrá a trabajar. Estoy cansado.

domingo, 10 de junio de 2012

TERMINAL 4


El vuelo IB5678 va a comenzar a embarcar en 5 minutos.

En la terminal 4 de Barajas. Esperando un vuelo sin regreso a Guinea.

“Eres un cagao. Te paseas por el pueblo. Donde veas un hoyo o un cartel preguntas. Das una señal y antes de terminar le das el pase” “A mí eso me da miedo” “De ese modo nunca vas a sacar los pies del plato” “Cariño hazle caso a tu primo. En El Corte Inglés tienes un sueldo pero ya está. Nos hace falta cambiar de coche”.

“Ves qué fácil. Con el miedo que tú tenías. Doce mil euros en dos meses. Sin escrituras, sin IVA. Calentitos a tu bolsillo. Cómprale algo bonito a  tu mujer” “Nunca había tenido tanto dinero en mis manos” “Un amigo hace una promoción aquí cerca. Los precios han subido, ahora bien, la zona es inmejorable y los pisos ya verás se los quitarán de las manos. ¿Si quieres mañana hablamos con él?” “Dime la hora. Esto es como coger manzanas maduras”.

“Me ha llamado tu amigo que tengo que pasarme a firmar la hipoteca” “A mi también” “Creo que lo voy a dejar” “¿Vas a perder la señal?” “Si no tengo otro remedio” “ Esos pisos valen mucho más de lo que nos han costado. Es cuestión de paciencia y le sacaremos una pasta como hemos hecho siempre” “De momento, tu amigo cuando me ha llamado no tenía un tono de mucha paciencia” “Es normal que esté nervioso, los promotores funcionan con créditos y los bancos les aprietan. No te apures cogemos la hipoteca y después vendemos” “¿Y si no vendemos” “En el peor de los casos ¿has visto el precio de los alquileres?. Los pisos se pagan solos”.

“No tendría que haberte hecho caso María. Ahora no hacemos más que pagar letras de un piso que no necesitamos y otra comunidad e impuestos” “Yo no te obligué” “Yo no quería hacerlo pero me lo pusisteis tan fácil” “Te repito que yo no te obligué. Mírame. Yo también me estoy privando de cosas. Y tú ni te has dado cuenta” “Me engañásteis” “Eres un cobarde. Eres lo peor. No te aguanto” “Me voy” “Adiós”

“Estás muy despistado últimamente. Varios clientes se han quejado de tu desatención. En estos tiempos de crisis, con las ventas en caída libre no nos lo podemos permitir” “Lo siento. No volverá a ocurrir. Tengo muchos problemas” “Lo sé yo también lo siento. Al acabar pásate por la oficina. Lo siento”

“¡Papá no me agobies. Tengo cuarenta años¡No me agobies!” “¡Sólo te pido que no vuelvas a casa en esas condiciones!.”

Su padre tenía razón. Sin ilusión, pero en Guinea quizás le esperaba algo de futuro.


sábado, 9 de junio de 2012

EL SÚPER


“Cuando llegue setiembre no sé como voy a llegar. Tendré que pedirle dinero a mi madre” “Dichosa tú que la tienes” “Sí pero ella también va muy justa. Desde que mi hermano cerró la empresa  está teniendo que pagar la hipoteca de su casa” “¿Tu hermano no tenía su casa pagada?” “Sí, pero tuvo que hipotecarla para conseguir dinero e intentar seguir, y sin avalista no podía. Ahora está en casa de mi madre y hace cuatro cosas que no le dan ni para cubrir gastos” “Desde el euro con los sueldos no se llega” “ Y cada año menos, mi Pepe de albañil sí que ganó unas perricas estos años, pero lo comido por lo servido. Ahora a ver de qué vamos a tomar vacaciones o viajar si la cuenta siempre está en rojo”.

En el pasillo interior de la tienda una anciana precoz escudriña los rincones de los anaqueles. De vez en cuando mira a la cajera que habla con la reponedora. Ellas también la miran a ella. Los pequeños hurtos menudean. El jefe les ha advertido que de seguir la cosa así, y sin poder compensar con aumentos de precios las pérdidas que le ocasionan va a tener que cerrar. Ellas saben mejor que nadie que la gente compra menos y más barato. A lo mejor cerrará de todas maneras. La mujer llega a una esquina donde nadie la ve. Un cuchillo de cocina. No ve el precio. No lo necesita, pero está al alcance de su mano, por debajo de su cintura, fuera del alcance de la vista de las dos empleadas.  Mientras con los ojos guiñados finge estudiar el precio de una botella de vino que inclina con la mano derecha, con la izquierda coge el cuchillo. Se agacha y lo mete entre sus senos enormes. El plástico que lo envuelve le araña. Lo recoloca y sigue su compra. Patatas a granel, una barra de pan y un tetrabrik de leche de la marca blanca del supermercado. Mira la cámara a su espalda. Mira las cajeras afuera. Sonríe por dentro. Su corazón palpita. Camina arrastrando los pies hacia la caja.

“Buenos días” “Buenos días” “Las leche, las patatas, el pan y…” Piensa que la han descubierto. Respira muy hondo. Tose para disimular. Las manos le sudan y le tiemblan. “..y nada más dos cuarenta. Saca el monedero. Escudriña lentamente en el fondo. No hay billetes. Sólo algunas monedas. Las saca, el temblor se exagera con cada una de las monedas. “ ¿Le ayudo?” “No” Vuelca el monedero sobre el tapiz rodantes de la caja. Va separando las monedas de menos de veinte céntimos de una en una. En cada movimiento el plástico del cuchillo le hiere un poco la piel del pecho pero no se queja. La cajera ya las ha contado. Falta un euro.

“Falta un euro señora” “No llevo más. Dejo las patatas” “ No no deje nada. Ya se lo pongo yo. Me lo devuelve otro día” Le mete la compra en la bolsa que saca de uno de los bolsillos. “Adios” “Lleve cuidado en la rampa señora. Hasta otro día” “lo que te decía, números rojos, y ahora enseguida viene el sello de la casa y el del coche , en setiembre el cole, si llega un extra, a sablear a mi madre o tirar de tarjeta”.


viernes, 8 de junio de 2012

TRUCK


Me extrañó encontrar un trailer frigorífico con matrícula de Polonia aparcado en el lateral de un camino entre almendros a cinco kilómetros de Bullas. Salí a correr desde el Camping de La Rafa. Ese punto era casi el máximo que quería alejarme. Viernes por la tarde cerca de las ocho. Junio. El calor ha venido pronto, casi treinta grados. Cuando paso por el lateral, escucho un golpeteo monótono desde la caja. En la cabina no hay nadie. Sigo un poco más. No encuentro un camino circular que me devuelva a mi origen. Giro ciento ochenta grados y vuelvo. El sol ya puesto se refleja en la luz delantera del camión. Me deslumbra. Miro al suelo . Tierra y piedras.  El sol se oculta detrás de la sierra de Burete. Llego al camión en penumbra. Los ruidos de su caja están más espaciados. No veo a nadie. Sigo corriendo. Ha refrescado. La brisa me hiela el sudor en el pecho. Miro atrás. Hay una escalera apoyada en la trasera de la caja del camión. He escuchado un ruido, un golpeteo monótono. Regreso. No se oyen golpes. Doy una vuelta alrededor del camión. Es de noche. De nuevo detrás. El candado que cierra el postigo de la puerta trasera está abierto. Sigue sin haber ruidos. No conozco bien la zona. Giro el postigo. Una vaharada de vapor helado sale del camión. El aire frío me hace toser. Entro en la caja del camión. Tropiezo. Caigo. Miro. No hay luz. La puerta se ha cerrado. Toco a mi alrededor canales de reses. Son costillares enormes. No me he lesionado en la caída. Hace frío. Estaba sudando antes de entrar y ahora mi vaho se convierte en escarcha. Palpo el suelo. He tropezado con algo más cálido que el resto. Es un hombre. Su cuerpo aun guarda calor. No respira. Acerco la oreja a si corazón. ¡Qué frío hace! . Su corazón no late. Acerco mi mirada a la suya. Para ver junto mi nariz con su nariz. Sus ojos no tienen brillo. Ha muerto. Mi sudor comienza a  convertir se en hielo. Estoy empezando a tiritar. Tengo que salir. Me afirmo a la puerta a la que el cadáver está pegado. El sistema de apertura está roto. Es una barra como las de las puertas cortafuegos, pero no abre la puerta. La bajo una y mil veces y no se abre. Vuelvo junto al cadáver. En su mano derecha una llave inglesa. Los golpes. Esos eran los golpes que oía. Tirito. Me cuesta pensar. Estoy en la caja de un camión congelador en medio del campo de Bullas de noche, sudado y en ropa de deporte. No llevo móvil. No he dicho a nadie a donde me dirigía.

Su ropa. Desvisto el cadáver. Me quito mis ropas mojadas me visto con las suyas. Cojo la llave inglesa y golpeo lentamente. Los golpes. El mismo ritmo que escuché antes. Movimiento. No puedo parar de moverme si no quiero que mi cuerpo deje de producir calor. Troto entre los canales helados. Oscilan. Me golpean algunos me hacen caer. Correr. No he dicho a nadie donde venía. Por lo menos hasta media noche nadie me va a extrañar. Son tres horas. Si me encuentran. Moverme. Moverme. Vuelvo a intentar abrir la puerta. Imposible. Golpeo con la llave inglesa. Hago muescas en el panel aislante pero nadie me ayuda.

Estoy muy cansado. Tengo mucho frío. Tengo mucho sueño. Me detengo.Son las cinco de la madrugada.Un poco más. Los agricultores madrugan. La llave está pegada a mi mano. Golpeo. A un ritmo cada vez más lento hasta que la mano no me obedece. Dormir. Tengo mucho sueño. Voy a dormir.


jueves, 7 de junio de 2012

OKUPA

“¿Por qué hay tanto revuelo?” “Ha desaparecido el hombre de la bata blanca” “¿No lo sabías?” “No lo había oído nunca” “Hace más de seis meses alguien se dio cuenta que un hombre de mediana edad, de complexión media, de aspecto normal pasaba todo el día en la tienda” “Mucha gente viene a El Corte Inglés para prrotegerse de las temperaturas exteriores” “Puede ser, pero este hombre no salía de la tienda” “¿Ni a la hora de cierre?” “No ni a la hora de cierre ni los fines de semana y te he  dicho seis meses por decir algo, porque hay quien sospecha que llevaba mucho más tiempo” “Y qué hacía” “Durante el día iba de un sitio a otro de la tienda, normalmente en los rincones y secciones visitados por menos clientes” “¿Y de noche?” “Aprovechaba para comer. Y después se acostaba en la sección de colchonería o en muebles” “Robaba en El Corte Inglés y los guardias no lo echaron” “Yo no lo llamaría robar. En el supermercado siempre buscaba el género a punto de caducar, incluso aquel que algunas veces pasaba desapercibido a los reponedores, siempre tomaba la fruta a punto de ponerse pocha o las rodajas de queso justo a punto de enmohecerse, y todo de una forma  muy pulcra y con mucho orden” “¿Y el aseo?” “Usaba el vestuario de personal a diario “ “ Pero ¿Nunca se quedó dormido en una cama o un sofá?” “ No. Te he dicho que era muy pulcro. Una hora antes de la apertura se levantaba y ordenaba las sábanas o la colcha. Todo quedaba como si nadie hubiese descansado allí. Se levantaba , se dirigía en la primera planta a los baños de público para no coincidir con los empleados, se aseaba y siempre tomaba uno o dos yogourt caducados del día anterior para desayunar, y a continuación a las secciones de menaje o bricolaje, las menos frecuentadas a primera hora de la mañana , siempre con su bata blanca” “Pero ¿cómo no le echaron?” “Era muy discreto. Todos sabían que estaba pero no se hacía ver. La dirección se encontró con un hecho consumado, con una historia, si llegaba a manos de un periodista, la historia aparecería en todos los realitis de la televisión. Alguien rodaría un documental. Como están los tiempos, si empezaban a salirle imitadores sería un absoluto desastre. Si se permitía, la imagen señorial de la empresa quedaría dañada, pero si se desalojaba violentamente a personas hambrientas, quedaría como una empresa usurera y con escasa conciencia social. Además el hombre caía bien. No hablaba con nadie, no molestaba y a veces incluso arreglaba algún problemas que había surgido durante el día, sobre todo en temas relacionados con la electrónica o la informática. Y no sólo eso, los de marketing comprobaron que los departamentos poco frecuentados por donde merodeaba incrementaban sus ventas en un cincuenta por ciento de media” “ Esta empresa tiene suerte hasta para sus ocupas. Pero se ha ido. Se les ha acabado el chollo” “Anoche las cámaras de seguridad lo vieron en la sección de viajes. Ojeó catálogos de la India, Canadá, Nepal y alguno de Brasil. Con mucho detalle y mucha tranquilidad. En una toma se ven sus ojos que últimamente parecían cansados y húmedos. Había poca luz. Unos dicen que era por la presbicia, pero otros que era claramente tristeza” El vendedor se calla para cobrar a un cliente.”¿Y?” “Desapareció” “ ¿Desapareció?” “Se levantó.  Caminó lento hacia esa puerta con la cabeza gacha. Miró atrás a la tienda. Abrió la puerta y se perdió” “¿Adónde lleva la puerta?” “A ningún sitio. Es una puerta falsa. Si la abres hay una pared de ladrillo enlucido”

miércoles, 6 de junio de 2012

LA PIEDRA FILOSOFAL


Ya no podía soportarlo. Se retorcía de un lado a otro de la cama. Sudaba con el rostro demudado en una mueca de dolor. Jadeaba. En el momento máximo, cuando se encorvaba como un arco, una náusea, dos arcadas y algunos espumarajos sobre una zafa. Cedía pero seguí la pesadez en el costado y el pinchazo en el testículo izquierdo.

“ES un cólico nefrítico” El médico del 061 cogió sus cosas y se marchó después de suministrarle un calmante. Se iba en cinco minutos y habían tardado dos horas en llegar. “¿Me va a dejar así?” “Le hemos puesto un calmante” “Como ayer” “Creo que sí” “ Y si no cede” “Se tendrá que acercar a urgencias para que le pongan sueros y algo más fuerte” “¿No me pueden llevar ustedes?” “Tenemos más visitas. No es una urgencia vital. Lo siento”. Después fue al baño. Orinó, primero gota a gota y luego un chorro. En el fondo de la taza brillaba arenilla. Tiró de la cadena y se acostó aliviado.

El urólogo, días después,  explicó que no es lo mismo producir cálculos de oxalato, con los que hay que cuidarse de algunos vegetales, que de ácido úrico que te obliga  a evitar el alcohol y las gambas. Cuando le entregó el análisis de orina, vio la perplejidad en su rostro. No supo leer si se iba a quedar sin vegetales o sin gambas. “¿De qué es el cálculo doctor” “Oro” “¿Oro?” “Y con eso ¿qué tengo que dejar de comer?” “Oro” repitió el urólogo que no le había escuchado. Lo miró. Tenían que hacerle unos estudios de urodinámica. Aquello consistía en meterle una sonda por el pito y hacer lavados. Le citaba cada 3 o cuatro días y así dos meses. Hasta que un día por la rendija del baño vio al urólogo pasando su orina por un tamiz y guardando el sedimento. Dejó de ir. Un urólogo con la fiebre del oro no le apetecía. No tomó la nueva cita. Le llamaron insistiendo que volviera pero no lo hizo. Lo comentó con su novia. Le pareció que era una buena idea la del urólogo. Cada día le invitaba orinar y el sedimento lo pasaba por un tamiz. Lo llevó a un joyero amigo quien confirmó que se trataba de pequeñas pepitas de oro muy puras. Aquello elevó su nivel de vida, pero acabó con su relación. De su novia se había apoderado la extraña fiebre. No sabía como en la calle los vecinos también comenzaban a mirarlo raro.

Volvieron los dolores más intensos . Se moría. Las pepitas eran cada vez más grandes. Entre una y otra andanada del dolor llamó a urgencias. En quince minutos el médico del 061 estaba allí y fue muy amable. Le cogieron un suero para forzar la producción de orina, le añadieron diuréticos y le sondaron.  Recolectaron dos bolsas con su sedimento y se las llevaron. Le pusieron morfina y quedó dormido y tranquilo. Casi no le oyó cuando el médico se despidió “Llámenos siempre que nos necesite” En su duermevela pudo leer la codicia en su mirada.

Despertó con resaca y desesperado por esta maldición que le hacía sentirse como ganado de lujo. El sufría para satisfacer la ambición de otros. El no quería el oro que producía sino sanar. 

Antes no estaba enfermo, debía ser algo adquirido, algo que comía. Reflexionó. Le parecía hacer una dieta equilibrada, pero decidió apuntar lo que comía. A la semana repasó el diario y comprobó que comía y cenaba lentejas cada día, estofadas, en crema o en ensalada, frías o tibias o calientes, pero siempre lentejas. Las lentejas. Aunque las anhelaba, no las volvió a tomar. No volvió a tener dolor. 

martes, 5 de junio de 2012

UNA HISTORIA DE HOY


“¡Que me tiro! Me oyen todos. ¡Me tiro!”.

Desde abajo se va juntando una muchedumbre que mira  la terraza de un séptimo de Ronda Sur muy cerca del Mesa del Castillo. A lo lejos ya se oyen las sirenas de los bomberos y la policía. En la terraza un hombre que parece joven con una vestimenta espor está subido a la barandilla, sujeto  a uno de los brazos de un toldo con una mano y con la otra un megáfono.

Nicolás está dispuesto a morir. No encuentra salida. Había vivido bien. Tiene todavía un sueldo que no peligra ya más, pero el sueldo no le llegaba para afrontar la mensualidad del ático desde el que se va a arrojar. “Cómpralo. Es una ganga” Los amigos. “Después lo vendes y tienes para un año excepcional” En eso habían tenido razón, llevaba un año excepcional.”Sólo vas a sacar ciento cincuenta mil euros de hipoteca. Redondea a doscientos mil y te cambias ese coche que está viejo” El coche está en el garaje. No ha podido pagar el seguro. Debe el impuesto municipal. El banco quiere resolver la hipoteca. No duerme hace dos semanas. Su mujer no  lo deja ver a los críos porque no puede pagar la asignación. Su nueva novia lo dejó porque no tiene un duro. La calle es su destino. Pero no va a bajar por el ascensor o la escalera. Se va a permitir un último vuelo delante de todo el mundo. La vida es una mierda. Te acostumbra a lo mejor y te tira en marcha. Ahí te pudras. Puta vida. Jódete ya no voy a aguantarte más.

La policía ha cortado el carril de la Ronda Sur más cercano al edificio del suicida. Aprovechan la rotonda para desviar el tráfico. Cada vez hay más gente. Los guardias se afanan por hacer un cordón que impida que el suicida se precipite sobre alguien. Esperan a un negociador o un psicólogo o un asistente social. Agradecen que el suicida sea español, porque con los recortes se han quedado sin traductor.

“Apártense por favor. No quiero herir a nadie. No quiero hacer más daño. Esto sólo va contra los bancos y sus tasadoras y contra los políticos corruptos, no con ustedes ciudadanos como yo” Ha llegado el camión de los bomberos con la escalera más alta.

Desde arriba Nicolás que ve con terror pero con tranquilidad cómo se acerca el momento, ve como la muchedumbre después de sus últimas palabras desaparece. Los ve entrar a los portales abiertos. Los bomberos suben a la escalera. Incluso los policías han desaparecido. Nicolás está confuso. Está a punto de preguntar adonde se dirigen.

No es necesario que pregunte. Mira a su derecha y a su izquierda. Enfrente en los edificios del Barrio del Progreso. Todos las balcones y terrazas se han llenado de personas encaramadas a las barandillas y los poyetes. Los bomberos se sujetan abrazados en lo más alto de la plataforma sin los cascos. Los policías abandonado los vehículos y se han unido a las personas en la terraza del Mesa. Llegan nuevas avalanchas de personas que preguntan a unas a otras y a su vez se encaraman a las alturas. Se hace el silencio. Todo el mundo espera su orden para lanzarse al vacío. Vacila. Duda y reflexiona. El silencio lo oprime. Esperaba que le trajeran a su exmujer con su hijo o a su madre, o algún banquero que le ofreciese el alivio de su deuda, pero esto no lo esperaba. Pasa de la desolación a una tranquilidad mística.

“Vámonos a casa. Ya se nos ocurrirá algo”

Aplauden y él también aplaude. Ríen a carcajadas y Nicolás también ríe.


lunes, 4 de junio de 2012

28 HORAS


Vlad salió a cenar después de cerrar la tienda. Encontró a un antiguo compañero en uno de los bares del centro. Le pidió por favor que volviese a urgencias de la Arrixaca. Tenían que cubrir varias bajas maternales cara al verano y temían que con el trabajo que escaseaba, aterrizase alguien no deseado. Accedió. Para un vampiro tener un banco de sangre cerca es un seguro de no vida. La sangre embolsada tenía el sabor de lo corriente, pero a diferencia del vino en tetrabrik, el contenido de cada bolsa es único, con matices que sólo un vampiro es capaz de apreciar.

El ambiente era distinto al de su etapa anterior. Crispado. Los recortes amagaban detrás de cada rincón. El último rumor que tomó cuerpo en el fin de semana anterior, las 28 horas para los eventuales. Lo tomas a lo dejas. Si no eres tú será otro. Hay gente en cola.

A Vlad no le importaba el dinero. Un tercio menos del salario o dos tercios, igual. Si sorbiese la sangre de las personas que trabajaban con él, su sangre sabría amarga, como las hojas verdes de las alcachofas. 
Uno a uno irían pasando por los despachos de dirección para considerar la propuesta que se había hecho. A Vlad le daba igual. Sus compañeros se enfadaron. Su actitud discrepante llegó a los despachos. Era su hombre. En cuanto uno firmase, el resto se irían desgranando como piñones. Fue por eso por lo que se avinieron a entrevistarlo a partir de medianoche.

“¿Vlad Tepes?” “Sí” “¿Rumano” “Sí” “Nos dejaste hace un tiempo” “Cosas” “¿Estás a gusto?” “Se puede decir que sí” “España está al borde del abismo. Hay muy poco trabajo. Mucha gente entrega sus currículos para lo que sea” “No leo las noticias” “Haces bien. Toca renovar tu contrato. Sólo podemos ofrecerte 28 horas” “¿Nocturnas?” “¿Siempre trabajas de noche?” “Necesidades personales” “¿Trabajas en otro lugar?” “Sí” “¿Tendrás la compatibilidad?” “No” “Si firmas el contrato nos olvidamos de la compatibilidad. Tengo gente esperando” Tomó la Montblanc que le ofrecieron y firmó. Se garantizaba la sangre durante unos meses más.

Unos directivos estaban muy satisfechos porque habían quebrado la resistencia. Un hombre es suficiente. A otros, aunque callaban, les pesaba la blandura de aquel extranjero que les obligaba a ejecutar la acción con el resto.

A Vlad le daba igual el hospital o los pacientes o España siempre que le quedasen algunas gargantas que sajar o algunas bolsas de sangre que beber. Él dejó de vivir muchos años antes. Tantos que sabía que de todas las crisis se sale y mientras uno se quejan parados, otros en silencio llevan hecha la mitad del camino y siempre, siempre queda alguna sangre para un vampiro.

domingo, 3 de junio de 2012

MISS SIMPATÍA


Reina de la simpatía. Lucía con siete años sabía que había perdido. Ella quería ser reina reina, sin matices de simpatía o elegancia. Cuando miraba la leyenda de la banda leía perdedora. Llorar e irse. Es lo que le apetecía. Corriendo. Sin parar hasta su cama con la almohada por encima hasta que se le pasase. Lo importante es participar. Disfruta y pásatelo bien. Todas sois ganadoras. Sí, todas ganadoras, pero la reina lleva una corona que brilla más y su banda es más bonita y después hablará y le dará las gracias a su mamá. Y Lucía tendrá que seguir sonriendo hasta que esto termine aunque lo que de verdad le apetece es llorar.

Por fin terminó. Un osito de peluche envuelto en celofán cerrado por un lazo de raso rojo. Es similar a los otros dos osos de las dos participantes. Por lo menos en eso son iguales. Mira de reojo a su madre. Ve sus ojos húmedos. Su madre también querría llorar porque tiene la hija más guapa, la más simpática y la más lista y no comprende como los estúpidos del jurado no se han dado cuenta.

El peluche está caliente. Es agradable su tacto. En su cama. Sin la tiara. Con su pijama de siempre. Lo mira sobre el mueble. Intenta dormir recordar cosas bonitas y olvidar esa noche horrible. Un ruido suave subrayado por el silencio le impide dormir. Es una crepitación. Como cuando estrujó un puñado de nieve el invierno pasado. Es de noche y todo está en calma. Enciende la luz. El celofán que envuelve su muñeco está terriblemente pegado al  hocico de su osito. Apenas consigue separarlo con su respiración exhausta. Está empañado por dentro. Su osito respira. Sus ojos redondos iguales que siempre tienen un reflejo de sufrimiento. Se ahoga. Se levanta. Quita el lazo de celofán. Y lo deja abierto. El brillo de angustia desaparece. Ahora es simplemente un peluche.

Se duerme sin comprender muy bien lo que ha pasado. Por la mañana se va al cole. Abre bien la bolsa de celofán y pliega el lacito rojo al lado del osito. Toca el pecho de terciopelo blanco del peluche y percibe el frémito de la sangre que circula. Está caliente, del calor tibio que da la vida. No es un juguete. Es una mascota. Quizás ha sido una suerte haber concursado para miss aunque haya sido derrotada. Siempre deseó tener una mascota.

Se va al colegio muy contenta. No le cuenta a nadie la suerte que ha tenido, ni a su mejor amiga. Sólo la historia de la elección y ya no le importa tanto. Está deseando llegar a casa. Será por la tarde.

Vuelve extenuada deseando ver su osito. En su habitación alguien ha vuelto a atar el lazo al celofán, que aparece empañado y terriblemente pegado al hocico del osito. Lo abre. Toca la panza blanca de terciopelo y solo toca un peluche no hay frémito ni latido. Está frío.

sábado, 2 de junio de 2012

Murcia Madrid Madrid Murcia


100 kilómetros por la noche en moto en el mes de marzo son muchos. Hace frío. Madrid. Desde Murcia. Un congreso. Lo decidió sobre la marcha. Esperar hasta el domingo por la noche parecía una eternidad. 102 kilómetros. Una sorpresa. Él. Y un regalo en la maleta: una pulsera de Tous. No era su santo . Ni su cumpleaños. Una sorpresa. Le gustaría. 104 kilómetros. A pesar del mono estaba aterido. Una sorpresa. Dicho y hecho . La moto. Ante de las nueve iba a estar en Madrid. No podía esperar al lunes. Tenía que verla ya.

Paró a echar gasolina en La Roda. Estaba helado. Lloviznaba y la moto le había hecho un par de extraños. Miró la pantalla del móvil. No había ningún recado. 130 kilómetro. La espalda aterida por el frío. 140 kilómetros.

¿Y si llegaba a Madrid y ella no llevaba el móvil?. No había tenido la precaución de anotar la dirección del hotel. No tenía que pensar en las dudas. Sólo en verla. Una sorpresa. Juntos. Una cena y una noche románticas. Pero debía haberse traído la dirección del hotel. 160 kilómetros. Frío y lluvia. En Madrid según el móvil llovía torrencialmente  y la temperatura entorno a los seis grados. En Murcia, en la Plaza de las Flores, dieciocho . Sus amigos estarían picando algo antes del partido. 180 kilómetros.

Ella no le esperaba. Si llegaba a las ocho habría hecho planes. ¿Y si llegaba y los alteraba? Una sonrisa y un abrazo por compromiso. Le presentaría a sus compañeros y compañeras de trabajo. Alguno quizás lo miraría raro. O la miraría contrariada a ella. Y Ella que le invitaría a seguirles con desgana pero sin otro remedio 210 kilómetros. Pero ella le quiere. Se alegrará sin cortapisas. E intentaría cogerle la mano para pasear y ella continuamente zafándose. Uno de sus compañeros que intenta hacerse demasiado simpático con él. 240 kilómetros.

Reduce la velocidad. Con esta lluvia se está jugando la vida. Duda. Ella siempre ha dicho que detesta la soledad de noches de hotel. Pero ¿quien le asegura que estará sola?. Un rayo le recorre la espalda. 290 kilómetros. No va cómodo. El cuello rígido y la espalda le duele 380 kilómetros.

No es una buena idea. En el siguiente cambio de sentido da la vuelta. Tomará algo por el camino a la una estará en Murcia. No sabe qué ocurrirá en Madrid pero no quiere saberlo. Sabe que no es una buena idea. Nunca le dirá que ha estado a un paso de verla. Si se lo dice ella le dirá que por qué no se acercó. A la una estará en Murcia. La pulserá la guardará para un cumpleaños.

En La Roda compra una caja de miguelitos. Con sus amigos no tiene ninguna duda de que acertará. Ella ya volverá. Si quiere.