lunes, 2 de julio de 2012

CONFESIÓN (Anemia XVII)


“Almohadilla treintaiuno almohadilla nueve-cero-dos tres-tres-tres-tres-tres-tres-tres-tres-tres” “Le atiende la centralita de la diócesis de Cartagena. Si lo que usted quiere es hacer una donación pulse uno, si lo que desea es algún documento, pulse dos, si lo que quiere  es confesión telefónica pulse tres” “Tres” “Todos nuestros sacerdotes están ocupados manténgase a la espera o si lo desea llame más tarde. Le informamos que según la legislación vigente el precio de la llamada es de uno con cuarenta euros por minuto” “Por belcebú. Son caros” “Ave María Purísima” “Soy Vlad Tepes” “Debe usted responder sin-pecado-consebida no más para seguir con la confesión. Sin embargo no es nesesario que se indetifique. La identidad sólo la dejamos para Dios” “O para el banco porque esto es caro” “Tiene sus gastos, pero es cómodo. Usted se puede confesar desde casa” “¿NO me estará dando largas para aumentar la cuenta de la llamada” “Señor lo único que incremetará la cuenta es lo largo del relato de sus pecados y el tiempo que requiera para su arrepentimiento. Repita conmigo sin-pecado-consebida y prosiga. Reconosco en su vos el deseo del arrepentimiento” “Ja ja ja” “Señor no se ría está en la casa de Dios” “Si estuviéramos en la casa de Dios yo no estaría haciendo esto” “No le comprendo” “Soy un vampiro, un maldito, un discípulo de Satanás. Desde mi conversión a señor de la noche nunca me había podido acercar al interior de una iglesia. Es muy gracioso y no quiere que me ría” “Vade retro” “Ja ja ja. Se ha asustado. Y eso que no me ve. Como no me puede mostrar su cruz” “ Vade retro Satanás” “Es usted un mierda. Haga su trabajo y déjese de vade retro. Convénzame. Hágame que me arrepienta. Intente que me arrepienta de mis pecados. ¡Inténtelo o sorberé su sangre y la de todos sus ascendientes cuando lo encuentre!” “Señor creo que no estoy preparado para atenderle. Esto supera las atribusiones que me han sido conferidas. Manténgase al aparato”

“Ave María Purísima” “¿Quien es usted? Usted es de aquí. Me han cambiado el cura” “Soy el padre Damián. Es evidente que usted no quiere la absolución de sus pecados” “No. No quiero renunciar a mis pecados” “Aquí en sentido estricto no le exigimos a nadie que renuncia a pecar, aunque al Padre sí le agradaría. Aquí sólo perdonamos el pasado. El futuro es cosa del libre albedrío” “Oiga no hable tanto que aquí pago yo” “Me interesa su caso. Si quiere podemos quedar en algún lugar. Podemos conversar. Quizás cambie de opinión. No sé si es un vampiro, pero percibo en usted un alma atormentada” “Es usted más valiente que el anterior, pero pierda la esperanza  de que hable con usted” “Antes habló de miedo. Ahora es usted quien lo tiene ¿me equivoco?” “¡Yo no conozco el miedo! ¡Soy inmortal!” “Se puede tener una vida eterna de miedo si no se cuenta con la fe de Dios” “¡No tengo miedo! ¡¡¡Cómo quiere que se lo diga!!!” “Dígamelo en persona. Quizás así me cause miedo a mí. Quedemos” “¡¡Váyase a la mierda!!” “No se altere. ¿cómo me dijo que se llamaba? Vlad. Vlad Tepes” “Padre Damián tenemos localizada la llamada” “Están tratando de localizarme para acabar conmigo. Yo les maldigo”

Vlad colgó con fuerza el teléfono de la cabina de la estación. Había sido imprudente jugar con los hombres de Dios. Son listos como diablos. Por suerte había tomado la precaución de llamar desde un teléfono público en la estación del Carmen, si no habría tenido que cambiarse de casa para evitar el acecho de los hombre de negro

A veces le apetecería volver a la muerte que abandonó años antes, pero algo dentro de sí le hacía desear algo tan parecido a la vida humana como la muerte viva de un vampiro. 

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